Por:
Miguel Godos Curay
Vínculos de PPK con Odebrecht al desnudo |
Entonces
la detracción se apodera de las páginas de los diarios. La murmuración, el
gusano de la duda, socava la posibilidad de reconocer a los honestos. San
Basilio, afirma que la murmuración es como un proyectil que mata en un instante
a tres personas: a quien la siembra, a quien la recoge y la propaga y a la propia víctima.[1] La consecuencia inmediata
es una sociedad privada de la posibilidad de tener paradigmas en su sistema
educativo. Del campeón mundial de ajedrez Julio Granda, apenas algunas líneas
en las páginas de los diarios. De los triunfos en los Bolivarianos de Gladys
Tejeda apenas el asomo de un pálido reconocimiento. Todo lo acaparó la
clasificación de Perú al mundial de Rusia. Frente a la euforia que hizo temblar
la tierra la humildad de Gareca. En contraste, la angustia de Guerrero sobre un
presunto consumo de drogas.
El
sabio Agustín de Hipona hizo escribir en las paredes de su comedor estas
palabras. “El que se complace en morder
con sus palabras la vida de los ausentes, sepa que aquí no hay comida
para él”[2]. De este modo puso un dique inteligente a ese, hoy, deporte tan
peruano del raje. La peor amenaza de la detracción es que arrastra la mirada
sobre los defectos ocultando en muchos casos las virtudes. Y cuando anida
convierte en puré las reputaciones.
El
riesgo reputacional, es hoy el cáncer
que afecta a las empresas señaladas públicamente por sus métodos corruptos, sus
convites para lavado de activos y pago de sobornos. La fama perdida arrojada
por la borda. Tiene un elevado costo económico y resta, sin embargo, el daño
mayor se ha perpetrado a la confianza y a la credibilidad. La corrupción
ventilada públicamente corroe y desalienta. Cuando la ética está ausente en las
instituciones provoca vacíos insuperables. Las instituciones sin ética son
faros ciegos que conducen a la sombra de la nada.
Si
la iniciativa privada se pervierte el Estado interviene en la preservación del
bien común. Y la administración de la justicia busca el restablecimiento del
equilibrio afectado por la inmoralidad. La iniciativa privada cumple un rol
cardinal en la economía de un país. Crea empleo y bienestar pero cuando se
convierte en un festín de los dineros públicos y se colude con la inmoralidad
afecta a la sociedad. No sólo económicamente, desalienta la participación y la
inversión privada. En
este escenario, como señala el periodista Gerardo Reyes: “Las cosas inmorales
las perdona con mayor facilidad la gente en sociedades donde las ilegales son
pana de cada día”[3].
La manida frase referida a los alcaldes “roba pero hace obra”, No es sino la entronización de una moral laxa. No es cierto que la conducta inmoral sea producto del desconocimiento. Los actores actúan de ese modo a sabiendas de que sin son descubiertas serán pasibles de la acción de la justicia y de la sanción social. Junto a la rampante inmoralidad de los empresarios como cola de cometa se arrastran los escándalos financieros que involucran a políticos e ingenuos gestores mediáticos.
La moralina no tiene efecto. Los diablos predicadores se presentan como agitadores de la conciencia ocultando sus miserias. Y en esta circunstancia aciaga pululan los timadores, los vendedores de sebo de culebra. Quienes ejercitan cargos públicos tienen implícita la obligación de dar cuentas de su actuación. Por temor rehúyen la transparencia y sucumben a la tentación de los agentes publicitarios y periodistas para maquillar sus gestiones.
La manida frase referida a los alcaldes “roba pero hace obra”, No es sino la entronización de una moral laxa. No es cierto que la conducta inmoral sea producto del desconocimiento. Los actores actúan de ese modo a sabiendas de que sin son descubiertas serán pasibles de la acción de la justicia y de la sanción social. Junto a la rampante inmoralidad de los empresarios como cola de cometa se arrastran los escándalos financieros que involucran a políticos e ingenuos gestores mediáticos.
La moralina no tiene efecto. Los diablos predicadores se presentan como agitadores de la conciencia ocultando sus miserias. Y en esta circunstancia aciaga pululan los timadores, los vendedores de sebo de culebra. Quienes ejercitan cargos públicos tienen implícita la obligación de dar cuentas de su actuación. Por temor rehúyen la transparencia y sucumben a la tentación de los agentes publicitarios y periodistas para maquillar sus gestiones.
No
es cierto afirmar que todo aquello que no está prohibido está permitido. Este
es el argumento fácil de quienes pisotean la ética y la moral. La moralidad
está ausente en los inescrupulosos, los falsarios, los especuladores, los
malversadores de todo pelaje. Los amorales, creen que la moral es un enunciado
para los libros. Son los incipientes morales presumen que todo le está
permitido y no es así. El inmoral a sabiendas transgrede la moral. La
ética es la ciencia que se ocupa de la
moral del actuar humano[4]. Nuestros actos pueden ser
buenos o malos. Los buenos educan y estimulan sirven de ejemplo. Los malos son
argumento para el escarmiento, la sanción moral y penal.
La
ética y la moral, la enseñanza de la deontología profesional no son un curso de
relleno en la vida universitaria. Son
práctica cotidiana. El ejercicio de la libertad humana requiere de ese
componente reflexivo de la genuina calidad humana. Muchas veces la manipulación publicitaria exalta y construye
perfiles humanos exitosos sobre la miseria humana de criaturas contrahechas y sin moralidad. Las virtudes humanas permanecen
relegadas y ocultas frente al esplendor
pirotécnico y repentino de figurones de relumbrón que finalmente desaparecen
sumergidos en sus miserias. El hedonismo una característica de nuestro tiempo
es el endiosamiento de la apariencia frente a la contundencia de la esencia.
Ser es distinto que aparecer. El ser es esencial. La apariencia (Del lat. tardío apparentia) dice el
diccionario: Cosa que parece y no es. Ese no ser es el sello de la
inautenticidad. La ética es esencial en todas las actividades humanas. Nos
ayuda a ser mejores personas.
Como
señala Alfonso Quiroz el manejo corrupto de las finanzas y la economía peruanas
han dejado una profunda huella en la vida nacional. “El costo de la corrupción
para el desarrollo económico y social peruano en su historia republicana ha
sido estructural y consistentemente alto o muy alto, pese a las variaciones
cíclicas. Considerando que para alcanzar un crecimiento autosostenido se
requiere de una tasa de crecimiento medio anual del PBI de entre 5 a 8 por
ciento en el largo plazo, debido a la corrupción sistemática y descontrolada,
el Perú perdió o distribuyó mal el equivalente de aproximadamente el 40 a 50
por ciento de las posibilidades de desarrollo”[5]. Como bien señala Rodríguez
Luño preservar el derecho a la propiedad “no es la canonización de la avaricia”[6]. Sobre todo cuando la esperanza de los pobres
del país se añicos.
[1] Diccionario Enciclopédico de TEOLOGIA MORAL. Honor, Babbini.L p.461 yss, Ediciones Paulinas, 1974
[2] Diccionario
Enciclopédico de TEOLOGIA MORAL. Honor,
Babbini.L p.461 yss, Ediciones Paulinas, 1974
[3]
REYES Gerardo, PERIODISMO DE INVESTIGACION, Editorial Trillas,1996.
[4]
RODRIGUEZ LUÑO Ángel, ETICA, EUNSA ,
1989
[5]
QUIROZ W. Alfonso, Historia de la Corrupción en el Perú, IEP, Lima, 2013.
[6] RODRIGUEZ
LUÑO Ángel, ETICA, EUNSA , 1989
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