Por. Miguel Godos Curay
El cimiento de la universidad son los valores con los que forma a sus estydiantes |
La Universidad Nacional de Piura conmemora
hoy 59 años de creación y vida académica. Como acontece con la universidad
pública no está libre de los ordinarios, históricos y episódicos conflictos de
poder. Es el curso natural de las contiendas, en donde las partes en
controversia, miden sus fuerzas. Se componen y recomponen, muestran a todas
luces fortalezas y debilidades. El paisaje es similar al del tendal callejero
donde a pleno sol se solean las prendas de la familia. De todos los tamaños y
colores. También las hay zurcidas y remendadas. La intimidad desnuda y revelada
exhibe todas sus pobrezas. La castidad flota en el aire. El recato provoca
pudor y sorna al mismo tiempo. La realidad es lo que es no lo que parece. El ser
y el parecer son verbos de esencias distintas.
La realidad, el esplendor de lo que
es. Es la verdad. Lo que no es, pero parece, no tiene entidad ni consistencia. Las
percepciones vacías son espejismos o alucinaciones. Mentiras disfrazadas de
verdad. Por eso la contemplación del paisaje despierta profundas reflexiones.
La universidad es en esencia plural, crítica, democrática, autónoma y
transcendente en la búsqueda de la verdad. Sin la pluralidad de ideas y
pensamientos es un islote de intereses particulares ajenos al bien común. En
esta materia la Reforma de Córdoba (1918) es muy puntillosa: “El concepto de
autoridad que corresponde y acompaña a un director o a un maestro en un hogar
de estudiantes universitarios no puede apoyarse en la fuerza de disciplinas
extrañas a la sustancia misma de los estudios. La autoridad, en un hogar de
estudiantes, no se ejercita mandando, sino sugiriendo y amando: enseñando”.
La universidad forma personas no las
deforma. Indaga metódicamente la verdad con el ejercicio de la ciencia (epistemé).
Si se solaza con la mentira es una farsa infame. Es comunidad viva de maestros
y alumnos. “Si no existe una vinculación espiritual entre el que enseña y el
que aprende, toda enseñanza es hostil y por consiguiente infecunda” Lo reitera
la proclama declarativa del histórico manifiesto que en su acápite final dice:
“La juventud ya no pide. Exige que se le reconozca el derecho a exteriorizar
ese pensamiento propio en los cuerpos universitarios por medio de sus
representantes. Está cansada de soportar a los tiranos. Si ha sido capaz de
realizar una revolución en las conciencias, no puede desconocérsele la
capacidad de intervenir en el gobierno de su propia casa”. La proclama de
Córdoba tiene un siglo de existencia. La UNP 59 años.
Los conflictos de poder no son nuevos
ni privativos de la universidad pública también se cuecen habas en las
universidades privadas. Menudean en todas partes en donde flota el apetito de
poder. Cuando alguien ejercita un cargo tiene autoridad conferida lo que los
juristas romanos denominaban potestas. Este poder se extingue al fenecer el
cargo. En la antigua Roma se llamaba “Imperium” al poder
absoluto propio del mando militar. “Potestas” es el poder político capaz de
imponer decisiones mediante la coacción y la fuerza. “Auctoritas” es el poder moral, basado en la
calidad personal, el reconocimiento general y el prestigio de una persona
virtuosa y excelente. De modo que podemos inferir que auctoritas es densidad
moral y potestas el poder político siempre transitorio y efímero.
La Universidad Nacional de Piura tiene
59 años de existencia. San Marcos 469 años y la bolivariana Universidad de
Trujillo 196. Nuestra universidad en el consenso académico es una universidad
en plena madurez la mayor amenaza es en el envejecimiento prematuro. Sus
mejores cuadros, naturalmente envejecidos, tienen que abrir camino a la
renovación, al cambio y a la competitividad ineludible. Urge investigación y
producción intelectual. Menos protocolo y más academia. Menos decoración y más
acción. Menos apariencia más esencia. Aulas abiertas, acceso al conocimiento y
dedicación a la investigación.
Hoy las universidades son núcleos del
saber y el conocimiento conectados a la realidad próxima. A los problemas
cotidianos. Formulan soluciones eficientes a los desafíos de la sociedad que
espera con avidez sus propuestas. Investigar es una forma dinámica de enseñar y
aprender. El prestigio académico más que publirreportaje pagado. Es mostrar lo
bien que se hacen las cosas. Las cosas son como son. No como le gustaría a
alguien que fuesen.
Si en las sociedades contemporáneas
hay componentes cambiantes son los productos del conocimiento. Antes se
renovaban cada medio siglo. Hoy los nuevos productos de la investigación buscan
a diario los mercados. Las universidades compiten por las patentes de productos
aplicados a la solución de problemas propios de las demandas de la economía y el
mejor aprovechamiento de los recursos naturales. El no tener nada que ofrecer
es como inflar burbujas de jabón en el océano insondable de la nada,
No tiene sustento afirmar que la
universidad no tiene conexiones con los niveles básicos de la educación. Una
buena primaria que despierta el eros por el saber y razonar es cimiento para
una secundaria rica en experiencias y gestación del pensamiento crítico. La
universidad es el camino amplio para quien, por vocación, no por imposición,
elige el escenario para su desarrollo humano integral. Formar capituleros siete
suelas no es responsabilidad de la academia. En la sociedad del conocimiento
nadie se vanagloria de los productos defectuosos. Por eso demoler la
universidad sacando sus trapos sucios al sol es como el canto de sirenas. Y
como en la epopeya homérica mueren irremediablemente cuando nadie las empelota.
La universidad es y será siempre
camino de perfección humana, ética y moral. Siempre será habitada por los que
saben enseñar y los que quieren aprender. Obliga a los torcidos y retorcidos a
una rehabilitación humana cuyo único propósito es el bien común. No es la
universidad una playa de estacionamiento con autos y camionetas último modelo
para presumir. La locomoción es un medio no un fin en sí mismo. En las más
prestigiadas universidades de América del Norte, Europa y Asia con esplendida economía, por vocación ecológica,
abundan más las bicicletas que fomentan la salud el cuerpo. El quemar
combustibles fósiles en el campus de la universidad de una región muy rica y un
país en desarrollo es un llorar sin lágrimas. Un renunciar al aire puro por el
oneroso aire acondicionado. Nosotros quemamos etanol y carburantes cuando en el
mundo se imponen los vehículos eléctricos.
Un serio peligro, en este territorio, es
el maniqueísmo. El separar a los actores del mundo entre buenos y malos. Por
supuesto, los buenos son los que convergen con los intereses personales
dominantes. Los que no, merecen, una exclusión injustificada. O esa mediación
tan perversa que discrimina a los que están conmigo y a los que están contra mí.
Este, advierte Adela Cortina, es uno de los incipientes orígenes de los
crímenes de odio. La estupidez tiene, en muchos casos, argumentos cerebrales y
sociales. La única vía para su superación es la educación y el respeto a la
dignidad de las personas. El obrar conforme al mandato de la conciencia por sí
mismos y no atendiendo a las presiones del entorno.
En este recodo del camino existe una
enorme expectativa por elegir y definir a las nuevas autoridades de la UNP. El
gobierno transitorio se extingue en julio. Mientras tanto, docentes y
estudiantes, polarizan posiciones. La olla de popcorn de las demandas truena
con la presencia de los estudiantes hoy de vacaciones. Son necesarios debates
abiertos y propuestas. No se trata de una sosa y aborrecible contienda de
candidatos desconocidos. Esa necesaria una
discusión con argumentos de lo que se puede y se debe hacer en la universidad.
El debate que perfila y aclara posiciones no tiene nada que ver con cuestionarios
que acaban en un inventario de promesas incumplidas. Debatan los candidatos con
sus equipos de gobierno. La democracia egea exigía el debate como germen de las
discusiones y prueba ácida de las propuestas. El debate es elementalmente
persuasivo, capacidad de persuadir o de ser persuadido con razones más que con
emociones. Mucho ruido y pocas nueces. Necesitamos planes de gobierno que al
ser consensuados por la comunidad universitaria exige su cumplimiento. No hay
otra vía.
Campus de Miraflores,3 de marzo del
2020
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