sábado, 8 de agosto de 2009

EL SHERIFF, LOS MALOS Y LOS INDIFERENTES


Por: Miguel Godos Curay

El asalto a mano armada perpetrado el pasado miércoles en el centro comercial de la ciudad desnudó nuestras debilidades frente al delito. Y demostró una vez más que necesitamos de una acción enérgica contra los bandidos y los pillos. Frente al delito en Piura resulta insuficiente la acción policial y la del propio Secom que con sus disuasivas varas resultarían inermes frente a las armas de los delincuentes dispuestos a matar a quien les cierre el paso. Si seguimos con esa indiferencia ciudadana nuestra tranquilidad y paz se convertirán en un viejo y manido recuerdo.

Se necesita una acción enérgica de la población organizada. La colaboración cívica de los vecinos para denunciar a quienes por su conducta y sus movimientos sospechosos son una amenaza para la seguridad de todos. Tiene que haber un estricto control en agencias de transporte y hospedajes, en donde los reportes diarios y acostumbrados a la policía -que ayudan a conocer mejor a los forasteros- se omiten. Anteriormente permitían identificar a quienes bajo la apariencia de cándidos turistas se desplazan de una ciudad a otra para hacer sus fechorías. El relajamiento de la elemental seguridad permite que los indeseables se conduzcan en Piura como en su casa para consumar sus delitos.

Si todos nos unimos contra el crimen brindando información útil a la policía podemos ayudar a devolver la tranquilidad a Piura. El delito forma cadenas en las que se consuma el mercado de objetos robados, la venta de drogas, el abuso en todas sus formas. Un delito acompaña al otro. La prostitución callejera anda junto con la trata de personas y los hoteles de mala muerte. El hurto en las balanzas del mercado con la tolerancia de vecinos y vecinas incapaces de reclamar. A la reproducción de discos y libros piratas la infracción a los derechos de propiedad intelectual. Las invasiones con el elemental respeto a la propiedad pública y privada. Al desaseo urbano la negligencia de propietarios de establecimientos comerciales y vecinos que arrojan los desperdicios a la calle sin que nadie los sancione. Al delito solapado de la burocracia corrupta ese candor tan nuestro parecido al rubor de esas señoritas que fingen estrechez frente a la inmoralidad.

Podríamos seguir enumerando pecados cotidianos. Como el crecimiento de establecimientos en los que se expenden bebidas alcohólicas y que para intranquilidad de los vecinos ocupan la calle. A la falta de autoridad se suma el delito venial cuya suma es ese desorden e ingobernabilidad que agobia a los piuranos. Pero hay delitos capitales como la amenaza de los empresarios del transporte y comerciantes que se creen unos dueños del mercado y otros de las calles de la ciudad. Tanto el mercado como el transporte son servicios públicos que requieren calidad en su prestación y en donde la autoridad emana de los usuarios. Estos servicios requieren del acatamiento y respeto de la ley. Caso contrario la autoridad se hace añicos y nuestra ciudad se convierte en una aldea del lejano oeste a la expensa de los pistoleros contra los vecinos indefensos.

Que conste que desde el centro comercial sitiado el pasado miércoles por los pistoleros hay menos de 250 metros de la Municipalidad. Y 400 de una institución en la que un día después concurría el Embajador de los Estados Unidos. ¿Hubo alguna vez tanta inseguridad en Piura?. ¿Podemos consolarnos en constatar que además de la ingobernabilidad vivimos en la inseguridad y en la indiferencia que nos paraliza frente a estos acontecimientos brutales?. Sí esto sucede en el corazón de la ciudad ¿qué queda para la periferia indefensa y olvidada?.

El colmo resulta también la exaltación del delito en las páginas de los diarios. En donde las fechorías de los malos son “asaltos espectaculares”. En donde los malhechores aparecen en enormes espacios y titulares que los malditos coleccionan. Por supuesto que en todas estas informaciones la policía pierde por goleada a consecuencia del maltrato periodístico. El valeroso sheriff y sus alguaciles son siempre los cojudos de la película y eso no está bien. Por supuesto que con tantos y tontos titulares dedicados a la exaltación del delito la angustia y el miedo nos consumen a todos. Lo que ha aumentado la legión de devotos que encomiendan sus miserias a San Judas Tadeo el patrono de las causas imposibles y el fervor al Señor del Misericordia. Frente a todo esto piuranos no queda sino mantener la inmundicia en su lugar y tener el coraje cívico y humano decir de una vez por todas ¡No al delito!. ¿Me entendieron?.

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