viernes, 28 de noviembre de 2025

EL LEGADO CULTURAL DE GERARDO CHÁVEZ

Por: Miguel Godos Curay

                           Gerardo Chávez López (Trujillo,16.11.1937-22.06.2025) 
                           Foto Josip Curich.

Nuevamente, en el día de su cumpleaños, abrió sus puertas el Museo de Arte de Trujillo del maestro Gerardo Chávez López (Trujillo,16.11.1937- Trujillo, 22.06.2025). El museo de una hectárea aproximadamente está ubicado en la prolongación de la avenida Villarreal en el camino a Laredo. La iniciativa póstuma del maestro es un valioso tesoro cultural. No sólo exhibe una colección arqueológica de ceramios sino lo más valioso de la producción pictórica de su hermano Ángel Chávez y su producción personal. Un valioso legado del arte contemporáneo del Perú. Impresionante es la galería. La capilla es una síntesis del arte religioso colonial y popular del Perú. Otra de sus iniciativas en el centro de la ciudad es el Museo del Juguete.

Gerardo Chávez es uno de los más destacados pintores peruanos contemporáneos. Gerardo, partió el pasado domingo 23 de junio a los 87 años. Gracias a su iniciativa se crearon el Museo del Juguete y el Museo de Arte moderno de Trujillo que reúne su colección pictórica personal. Su ausencia se sumó a la de Mario Vargas Llosa el 13 de abril del presente año. El 2022 en la Serie Narrativa Hispánica de Editorial Alfaguara Gerardo con vuelo premonitorio publicó:  Antes del Olvido (Memorias). Un pormenorizado itinerario de su existencia y formación pictórica.

Recuerdos, en carne viva, de su periplo vital en Trujillo, Lima, Florencia y París. Se trata de escritos a vuelapluma con muchos recuerdos de personajes y actores de la historia reciente: el Che, Simone de Beauvoir y Jean Paul Sartre. Los paisanos Alberto Guzmán, Raúl Bernuy, Jorge Piqueras, Alfredo Bryce, Julio Ramón Ribeyro y Manuel Scorza. Luis de la Puente Uceda, fundador del Apra Rebelde inspiración de su oleo la Estrella del Amanecer, cuadro de gran formato con el que participó en la Bienal de Venecia. De la Puente muerto el 23.10.1965   era un vivo vínculo de sangre con Santiago de Chuco y Trujillo: la patria vieja.

Vargas Llosa (Lima ,1978) anota su testimonio personal sobre el artista: “Es un hombre sólidamente asentado sobre la tierra firme, con raíces en las cosas y unos sentidos ávidos de realidad. El mundo que ha creado con sus pinceles, sin embargo, es todo imaginación, sensibilidad, poesía, y, como lo sugieren los títulos delicados y risueños que pone a veces a sus cuadros, viene enteramente de ese sueño de la razón que, según dijo Goya, engendra monstruos. Lo turbador de los monstruos de Chávez es que, a diferencia de aquellos que crearon sus remotos maestros flamencos, El Bosco o Brueghel, y que pintan el infierno y los demonios, ellos no nos espantan, más bien, despiertan nuestra solidaridad y nos enternecen”.

Pocos artistas, como él, llevan la tierra en las venas. Con sensible intimidad confiesa Gerardo: “También te recuerdo a ti Paiján, pueblito del Norte, parque frutal de mi niñez, de tus cuentos de medianoche, de tu heráldico diablo a caballo blanco, arrasando de fuego sus calles de silencio.” Es una añoranza de la santa tierra poblada de recuerdos y vivencias trujillanas. Según su confesión: “Yo poseía la memoria de la piel. Yo vivía con la cabeza llena de imágenes, olores, sensaciones. Cada momento tenía su olor; cada hora del día, una luz que proyectaba su sombra un universo de formas indefinidas”. Como advierte en tono alucinado: “Mi vida era sensorial”.

A los catorce años asumió como propósito existencial ser pintor como su hermano Ángel Chávez. Por eso viajó a Lima. Gracias a Ángel sintió el aroma de la linaza y la trementina, los pigmentos, brochas y pinceles en el taller. Según su testimonio fueron experiencias inolvidables el conocer a Sérvulo Gutiérrez pintor bohemio, cuyas falsificaciones de huacos eran más valoradas que sus pinturas y a Víctor Humareda en cuya habitación lucía en un tendal un calzón y un brasier que decía pertenecían el primero a Marilyn Monroe y el segundo Brigitte Bardot. Con su descuajeringado saco y su sombrerito tongo Humareda era como un niño travieso y juguetón. El 22 de junio pasado partió sin avisar. El maestro dejó su indeleble huella sobre la tierra en la que vio la luz primera y sonrió con esa espontaneidad infantil nunca perdida en la que el tiempo esencial nunca se detiene saboreando la eternidad.

A los 16 años inició Gerardo sus estudios en la Escuela de Bellas Artes y para mantenerse se convirtió en vendedor y profesor de dibujo. “Como un poseído doy vueltas a mis ideas esperando atacar lo que mañana tal vez podría ser un cuadro, no sé, lo cierto es que me muerdo en el silencio tratando de organizar armoniosamente mis propios fantasmas”. Su universo creativo es impresionante son criaturas de un mundo imaginario lleno de vitalidad.

Desde mis tiempos de trabajo periodístico en la redacción de Correo tengo una xilografía de Gerardo Chávez según anotación de su autor “Cara del amor, cara de la muerte” pertenece a ese ciclo extraordinario de intensa creatividad. Me la dio Gilberto Zapata cineasta y productor de un documental sobre el artista. Aún la guardo en mi dormitorio. Cuando don Domingo Seminario Urrutia me mostró su valiosa colección de óleos de Macedonio La Torre mencionó a Chávez como uno de los brillantes artistas de Trujillo con el manejo audaz de grandes formatos exentos de convencionalidad. Hice la promesa personal de buscar muestras de este ciclo creativo en ebullición en Lima y Trujillo. Chávez en aquel tiempo vivía en París y su prestigio daba la vuelta al mundo. Una edición especial mostraba sus cuadros de gran formato en Lima y Trujillo pude conocer su itinerario de propuestas y creaciones. Lo conocí finalmente en Trujillo en donde me dio noticias del escultor piurano Alberto Guzmán que vivía en París.

Lo pude admirar en la galería de arte de la Municipalidad de Lima. Nos fascinó su museo del juguete para el que me encargaron adquirir en Catacaos algunos maromeros. Los que desaparecieron arrinconados por estereotipos chinos que inundan la calle Comercio de Catacaos. Ya no hay mates burilados arte cultivado por Ramos. Lo poco valioso que existe está en el taller de Oscar Aquino.  Chávez adquirió una dimensión universal en Europa en donde fue discípulo del maestro chileno Roberto Matta. Según confiesa, allá por 1962, Matta le dijo: “¡Roma es una provincia, Vente a París!”  “Salimos de nuestros países como analfabetos. En Roma te dedicarás a comer buena pasta, pero en París tendrás museos, libros de arte y poesía hasta en los bulevares”.

“Matta, cambió el rumbo de mi vida”. En París, encontró a otros peruanos como Haya de la Torre, Julio Ramón Ribeyro, Alfredo Bryce, Manuel Scorza, Jorge Piqueras, Emilio Rodríguez Larraín, al paiteño Alberto Guzmán que recordaba a su abuela con su hato de cabras recorriendo el tablazo de Talara. Las cabras proveían leche deliciosa y queso.  En París emprendió la lectura de los surrealistas como Rimbaud, Paul Éluard, César Moro venido de Lima y André Breton. Vargas Llosa con sinceridad proverbial había publicado La ciudad y los perros.

A este ciclo vigoroso corresponde su serie de diez cuadros de gran formato denominados Mitología del futuro a la inauguración de la muestra acudió entusiasta el maestro Matta. En un aparte de la muestra, refiere, me cogió del brazo y me dijo: “Estoy contento. Has encontrado el verbo, ahora hay que conjugarlo”. Un llamado a la búsqueda y a la creación por un camino hondo, personal. Este ciclo se tornó luego en una búsqueda personal de la monocromía de la tierra, el mundo de la papa durante dos meses se dedicó a trabajar un cuadro de gran formato denominado El otro Ekeko cargado de amuletos y juguetes. Según evoca decidió pintarlo como un cíclope bueno con toda la energía del mito y las ganas de vivir mientras el Perú se desangraba en medio de la violencia del terrorismo.

Posteriormente se dedicó a pintar caballitos blancos en homenaje a su hijo Gerardo. Este acto de gratitud se convirtió en la producción copiosa de ciento treinta cuadros en una década de inusitado vigor productivo y éxito económico. A esta etapa corresponde la adquisición de una casona antigua de Trujillo que se convirtió en el Museo del Juguete Antiguo y un terreno de cinco mil metros donde inauguró el Museo de Arte Moderno. Una de sus desgarradoras experiencias fue la muerte de su hermano Ángel consecuencia de un cáncer avanzado. “Te dejaste envolver como el niño que jugaba al muerto. Así fue, Angelito. Poco a poco tu sueño se fue apagando. Y te fuiste con tu linda bufanda roja cuello, de tu color preferido.”

Posteriormente, ya en el Perú, emprendió un proyecto inspirado en las multitudinarias procesiones limeñas del Señor de los Milagros titulado “La procesión de la papa”. Para ello utilizó los tradicionales costales de yute cosidos con pitas de soguilla. Los paneles enormes se cubrieron con tierra traída de Ayacucho, Otuzco, Huamachuco, de la sierra liberteña y Lima. Los seis cuadros con diversos matices y texturas presentan diversas escenas de las festividades patronales. El esplendor de los castillos y cohetes, la vaca loca que persiguen los niños y muchachos. Las multitudes acompañando con devoción a la personificación patente de Dios de la vida y la existencia.

Una de sus sorprendentes iniciativas fue el Museo del Juguete. Surgido en el corazón de Trujillo para lo que adquirió una antigua casona que restauró totalmente conservando el valor patrimonial del centro de Trujillo. Utilizando adobe, quincha, carrizo y yeso.  El local fue inaugurado con el nombre de “Museo del Juguete Angelmira”, en honor a la dueña de la casa y en alusión poética a Ángel, el hermano ausente. Gracias a Mariana de Orbegoso, Cecilia Mannucci y Ricardo Rey se reunieron juguetes confeccionados después de los años sesenta. La respuesta fue inmediata. Aparecieron juguetes artesanales pintados a mano, primorosas muñecas de género y coloridos retazos de tela, ollitas de barro y sonajas andinas. Este museo es un homenaje a la fantasía de los niños, al descubrimiento del impulso creativo. Los juguetes despiertan la imaginación de los pequeños los celulares la adormecen. Cuando un niño observa un trompo descubre con asombro la luz, el color y el sonido. Se adentra en los linderos asombrosos de la ciencia.

La otra iniciativa: El Museo de Arte Moderno de Trujillo que ocupa más de una hectárea fue diseñado por el arquitecto Ricardo Morales con la idea disponer de disponer de un espacio con mucha luz natural indirecta que no afecte las obras. Ahí se exhiben cuadros de Ángel y Gerardo Chávez. Así como obras de Roberto Matta, Wilfredo Lam, David Alfaro Siqueiros, Rufino Tamayo, José Luis Cuevas, Francisco Toledo y Joaquín Torres García entre los más importantes. Este museo es un homenaje a tantos artistas anónimos que nutren la extraordinaria grandeza del arte nacional y muestran el profundo significado de la educación para el país. Como anota: “Vida y muerte son para mí la misma cosa. El hombre está solo, pero es en soledad cuando descubre la belleza. Me reconozco en ese niño que fui. Me acerco a él con una especie de amor; juego con él, pinto con él y juntos vamos cerrando el círculo”. En Trujillo nació Dios dice la letra de Alcides Carreño. Nosotros añadimos y también  artistas inolvidables como Ángel y Gerardo Chávez.  

 

  

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