Por: Miguel Godos Curay
Tras la entrevista y recuerdos sobre Piura y Paita. Fue un diálogo inolvidable. |
En política cambiar de partido no es mudar de calzoncillo. Es un desgarrador cambio de piel. Te mudas del hogar querido para perpetrar una aventura incierta. Jorge Idiáquez el inseparable guardaespaldas de Haya advertía que las deserciones no faltan en los partidos políticos. Y con verbo sentencioso decía: son los traidores ideológicos, apóstatas cívicos de una doctrina que se prPoresume conocida, aprendida y asumida.
Según el DRAE: Apostasía: procede
del latín. Tardío apostasĭa, y este del griego. ἀποστασία apostasía. Acción y efecto de apostatar. Son sinónimos anotados
de apostasía: abjuración, retractación, perjurio, renuncia, abandono,
deserción, repudio, traición, deslealtad. Los significados hablan por sí mismo.
Es la leche de la traición con nata propia. Para el cura don Jesús Santos
García, personaje de las novelas de Vargas Llosa y Miguel Gutiérrez los
apóstatas son la legión de seguidores de
Judas. El auditorio colegial lo contemplaba con los ojos desorbitados.
El club de los traidores no era el
Ignacio Escudero del barrio norte ni el Estrella Roja del barrio sur. Según el
doctor Luis Ginocchio, estudioso de Dante: En el canto trigésimo cuarto del
Infierno Dante Alighieri sitúa en la cuarta zona del noveno círculo, en el
hielo del Cocito, el lugar de castigo de los traidores expertos mordedores de
la mano de sus benefactores. De modo que se trata de un asunto serio. Un
ganarse un lugar en el mismo infierno.
Sin embargo, hoy en política donde
la militancia es un ejercicio de oportunismos bien vale recordar que los
que mudan de piel tienen la piel marcada
por la viruela negra de sus
ambiciones. Otros son los que edifican
con IA sus proyectos políticos
que no son otra cosa que artificios retóricos y cuentos pasados de moda en
donde los lobos para no espantar a las cojudas ovejas se proclaman a viva voz vegetarianos. La voracidad
carnívora subyace en el interior. Los antecedentes políticos para muchos son un
prontuario policial. Para otros un recorrido por todas las cofradías habidas y
por haber.
A otros les encanta el billete que
aportan ingenuos con el desnudo
propósito de obtener beneficios económicos al final de las elecciones. Para el
memorioso Monseñor Oscar Cantuarias la fe de los piuranos es un tanto sospechosa.
Pues se hincan en el templo ante Dios y a la semana siguiente se enrumban
a la laguna negra de las Huaringas a
ofrendar sus calzoncillos al diablo. Otro tema preocupante de Monseñor era el
definir a Piura como el escenario perverso del nepotismo. Nepotismo de la
sangre que busca sin límites colocar a los familiares, parientes y entenados.
Nepotismo del partido que descose las planillas
de los municipios y el gobierno regional. En donde sin merecimiento se
colocan sartas de inútiles. El remate de
esta tortilla burocrática es el nepotismo de la amistad y el afecto que coloca
a los amigos en los denominados cargos de confianza. Por supuesto que los
recursos públicos se consumen improductivamente. Mientras en materia de obras públicas y solución de los problemas
citadinos nos movemos a ritmo de cangrejo.
Todo proceso político es sin duda, beneficiarse con la tinka
laboral tras la coyuntura política que hacina los gobiernos locales, distritales
y provinciales. El propio gobierno
regional se convierte en el campo ferial de las ambiciones. Realmente nuestras
dependencias públicas están
sobrepobladas de personal inepto repuesto por kilos de reposiciones por mandato
judicial en donde el estado pierde por
goleada y se pulverizan los presupuestos
para inversiones. El gasto de mantenimiento de esta estructura burocrática es oneroso y muerde lo que se
invierte en favor del bien común. Esta extendida y mala práctica no tiene
cuando acabar.
No existe la meritocracia. Los
cuentistas del desarrollo que no son pocos son expertos en el rito del copia y pega de proyectos, opiniones
y viejos cuentos chinos hoy tan de moda con fraseología manida y vacía. Hablan
de equidad y no la practican, luchan contra el hambre pero se desviven por el pollo, no comen pescado porque que el
olor del peje se pega en la olla. Por supuesto que la anemia el déficit de
hierro consume a nuestras criaturas. El dengue y la tuberculosis consumen a
muchas familias de la periferia urbana.
Tenemos que atender con urgencia a
nuestros jóvenes ante la imposibilidad de un trabajo digno acaban en la delincuencia. Numerosas pandillas
motorizadas y armadas son una amenaza para la tranquilidad pública. La trata de
personas está la orden del día y el meretricio furtivo y clandestino
intranquiliza la ciudad. De estas amenazas urbanas muchos jóvenes son víctimas
pues les arrebatan sus mochilas con sus laptops.
La ciudad misma luce como una aldea
abandonada pintarrajeada por pervertidos grafiteros que la rayan
con sus marcas brutales en donde hay espacio visible como en la avenida
Irazola y hoy la avenida Sánchez Cerro. Esa fascinación por y el trazo enfermo y
falta de creatividad atemoriza a propios
y extraños. Son marcas atributos de la demencia. El arte urbano de Banksy,
Basquiat, Harin, White genuinas demostraciones de creatividad en donde aflora
la belleza y la imaginación potente.
El año se nos escurre entre los
dedos. No hay nada que celebrar. Nos solazamos con ese ayer de la banca
regional que ya no existe, con la desaparecida Textil Piura, la quiebra de la
Caja Municipal de Sullana o la agonía indetenible de El Tiempo y La Hora. Roque
Carrión, insistía en llamar la atención del tesoro fotográfico de don Arturo
Davies, Este valioso patrimonio merece
su conservación porque atesora
valiosos recuerdos de unas pupilas excepcionales. Roque se fue pero su recado
postrero sigue vigente. Muchos valiosos archivos fotográficos han desaparecido.
Masías, el ecuatoriano Manuel Quiroz, Arturo Chunga preservaban un genuino tesoro de los piuranos y sus
vínculos familiares. El archivo fotográfico de Correo fue consumido por el fuego
al igual que parte de su hemeroteca. Los archivos del CIPCA pasaron a la
Universidad Nacional de Piura. Son un material valioso de estudio. Piura en sus
492 años, es escenario de la demolición de sus casonas, la tala de sus
algarrobos y de una reconstrucción tantas veces postergada. Como en los sentidos versos de Miguel Correa
Suárez: “Que pena me da mirarte, cuando te miro,/Ay, que pena me da saber, lo
que has perdido,/Que pena me da mirarte, cuando te miro,/ Ay, que pena me da
saber, lo que has perdido”.
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