Por: Miguel Godos Curay
El Señor Cautivo Peregrino de Ayabaca viene este fin de mes a Piura. Su
peregrinaje por los caminos arrasados por las lluvias tiene como destino: Sechura,
Catacaos y La Legua localidades convocadas a este encuentro multitudinario con
el Señor. Este peregrinaje devocional es un bálsamo para los fieles afectados
por lluvias, inundaciones y epidemias. Siempre lo veneran con fervor y emoción.
La noticia vuela de boca a oreja. En todos los rincones recortan banderitas de
papel cometa para ornar las fachadas. Todos se preparan con unción para
recibirlo y besar sus llagas.
La cristología popular es muy antigua data a los primeros días de la
conquista en la que arribaron los primeros curas doctrineros. La redención
indiana fue asumida por el cristianismo y no faltaron las quejas ante la corona
por el maltrato a los indios. Cristo se metió en el alma del pueblo. Santeros y
artesanos tallaron cristos y pintaron lienzos, otros, llegaron de Europa para
ornar los santuarios edificados en el nuevo mundo. El misterio de la redención
fue explicado en catecismos escritos en lenguas nativas.
Los ritos dieron vida a devociones y celebraciones. Las procesiones son un
mar humano morado de peregrinos y penitentes que siempre acompañan al Señor
provistos de sahumerio y estandartes. La noticia difundida por emisoras de
parlante se oye en todos los villorrios y pueblos. Bandas de músicos,
peregrinos con tambores y quenas acompañan los cortejos. El recorrido del
Cristo Cautivo busca elevar a tope la esperanza de los fieles. Es un llamado a
la conversión y a la solidaridad humana con los pueblos afectados por los
severos impactos del cambio climático. Las lluvias y los desbordes de los ríos transforman
el agua de la vida en un cauce desbocado de tragedias.
A los ruegos por el arribo del Señor se suma la oración contrita de un
pueblo creyente. Velorios y rezos son parte de las penitencias colectivas.
Piura, es profundamente cristiana y respetuosa de sus tradiciones religiosas
seculares. La devoción al Señor Cautivo es una de ellas. Otra de sus
veneraciones es a la Madre de la Merced, la Mechita que desde su santuario de
Paita convoca también a sus hijos. La fe fortalece a los cristianos en los
momentos más duros de la violencia de la naturaleza. La mayor parte de los
feligreses del Señor son hombres y mujeres pobres del campo y la ciudad. Nunca
ocultan su identidad y su fidelidad a la tradición espiritual. Unos caminan
largas distancias otros observan. Unos creen en otros habita la indiferencia.
Ese materialismo sentimental que deshumaniza a las personas.
Hoy en todos los rincones que visitará el Señor se preparan los feligreses,
grupos de oración limpiando los caminos, reconstruyendo lo que devastaron las
lluvias torrenciales. Todo con jornadas comunales y vecinales porque el Señor
nos quiere unidos en los momentos más duros. Es una energía espiritual que
tonifica la esperanza en cada uno de nuestros hogares que no es poco. Nunca
como antes se escuchan en los parlantes las sentidas canciones del ciego
Pedrito Maldonado un juglar del Cautivo que tras su partida dejó sus discos y
grabaciones dedicadas al Señor
El Señor camina con su pueblo en los momentos más duros y no desoye
nuestros ruegos por los sufridos, por los postrados confiados en restablecer su
salud. Por las familias abandonadas por la ayuda oficial en estos embates de la
naturaleza. Los torrentes de las lluvias arrasaron sus moradas. La furia de las
aguas deshizo lo que con mucho esfuerzo habían edificado. Los tiempos de la
crisis son duros pues afectan a los que menos tienen, a los que viven de su
trabajo diario y pueden cultivar la tierra. A los que arrojan sus redes al mar
con la confianza de una pesca milagrosa. Hay hambre de pan pero también un hambre de Dios que reconforte
para hacernos grandes frente a las dificultades y el desaliento.
Viene el Señor cerramos los ojos y lo contemplamos en su altar de Ayabaca.
Tantos ruegos Señor a tus pies. La oración nos recuerda que nos estamos solos.
Confiados a tu misericordia imploramos justicia y compasión por los que menos
tienen. No somos tierra de nadie. Somos tu pueblo escarnecido y redimido.
Contigo las fatigas se transforman en vivas esperanzas. Un Perú que se levante
por encima de sus miserias y se transforme en una nación próspera en donde el
progreso alcance a todos. Un Perú sin violencia abierto al entendimiento de
todos los peruanos. A una conducción política honesta en donde se anteponga a
los intereses personales el bien común y prime una vocación indeclinable de
justicia.
No es una carta abierta. Es un recado a cada corazón en el que habita la
esperanza. Somos el pueblo elegido por Dios. Nuestra fraternidad humana no es
casual ni está sometida a la tecnología perentoria. Es un deseo vehemente por
construir una sociedad justa en donde los niños pueden ir a escuelas públicas
decentes conducidas por maestros responsables. La buena educación forma
ciudadanos libres capaces de culminar con realización sus proyectos personales.
Señor no podemos continuar sumergidos en el engaño, la deshonestidad y el
abuso. Dios nos quieres libres y dignos. Somos dignos seámoslo siempre para no
sucumbir en el exceso imperdonable de la dilapidación de los recursos públicos.
No podemos continuar con gobernantes ajenos a los principios de las sociedades
libres y democráticas respetuosas de los derechos humanos. Respetuosas de la
justicia elemental. Capaces de edificar una patria de trabajo, educación y producción
para el desarrollo. Las diferencias no nos conducen a nada. El desentendimiento
convierte en un circo el ejercicio de la política. La negación de la libertad
esclaviza a unos por el sometimiento y a otros en su incapacidad de distinguir
la dignidad humana. El Señor nos quiere libres y dignos nunca esclavos.
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