Por: Miguel Godos Curay
Mi padre era un domador de intuiciones sabía de memoria arrinconar sus penas y nunca nos abrumó con desdichas. Se fue con el ánimo a tope escuchando música con los audífonos. En la recta final recitaba memoriosas salves a la Virgen y navegaba insomne sobre inolvidables recuerdos. Por designio de la vida sigo sus pasos. Y aún deseo atisbar con curiosidad en su cajón guarda recuerdos en donde atesoraba apasionado mis primeros escritos. Eran un tesoro muy valioso para él.
Me abrió los ojos a los libros y conjugó en todos los tiempos su incondicional adhesión a la tierra y a la vida. Era una réplica de mi abuelo José de la Rosa para quien el cine era un asunto serio. Aún recuerdo el drill de sus ternos, su Longines de cuerda, la pluma fuente para la firma y el sombrero de paño. Sello de cotidianidad. Habita en una esquina de la memoria mirando desde lejos el reloj genovés de la iglesia de San Francisco de Paita.
Los
tiempos han cambiado y la perennidad, eterna y efímera se desliza por las
redes. La tecnología nos desborda. Los hologramas de Freddy Mercury hicieron
brotar lágrimas a Brian May el guitarrista de Queen en el concierto en honor al
Jubileo de Platino de la reina Isabel II. La virtualidad desafía las tres
dimensiones y nos muestra de modo asombroso en un espejo virtual
el ayer la presencia misma.
No
nos hemos olvidado. Nosotros, los de ayer, ya no somos los mismos. “Como se
pasa la vida, cómo se viene la muerte tan callando;” escribe el hombre de armas
y bellas letras don Jorge Manrique. Pero ahí estamos resolviendo crucigramas y
leyendo con fruición antídoto contra el Alzheimer. Nuestra existencia
transcurre como piezas del tablero de ajedrez sumergidos en esa soledad sonora que
hoy se torna deliciosa. Leer es una vocación irrenunciable para este Perú que
se nos va de las manos. Escribir bien es una obligación imperdonable.
Según
la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la
Cultura, el mundo vive una “catástrofe generacional” con impactos severos en la
educación, la ciencia y la cultura. En el Perú hemos retrocedido 20 años en
logro educativo. Con una conectividad de internet del 32.8% el logro es un fracaso anunciado. La universidad no escapa a estas aplastantes
estadísticas. Los métodos usados son los de la secundaria elemental de los países
desarrollados. Tampoco se estimula la creatividad y la adecuación intelectual a
este inédito desafío para las inteligencias.
Repensando
el Perú desde todos los ángulos y buscando respuestas a esa estúpida pasión
gozosa por el desgobierno producto de una mala elección. En política, economía,
salud y educación estamos a ritmo del cangrejo. Los que vienen deberán
quintuplicar esfuerzos por sacar adelante esta región de prosperidad y riqueza llamada
Piura. En donde hoy sorteamos la nada. No somos aficionados a la natación
política, un deporte estimulado por el fiasco y la sorpresa, pese al alarde
publicitario en las redes, no hemos conseguido nada para hacer realidad el
Hospital de Alta Complejidad. Necesidad urgente para el bienestar de todos los
piuranos. Seguiremos por esta imperdonable negligencia llevando enfermos en
condiciones indignas e inhumanas a Chiclayo o Lima. Una desigualdad patética
nos arrincona el que tiene se sostiene el que no se muere irremediablemente. Vivimos
cojudamente aliviados por el paracetamol de la indiferencia.
Somos
una región abandonada por un padre ausente. Nos cuesta un Huascarán de dólares la
refinería de Talara pero aún no funciona pues está en prueba consumiendo onerosos
recursos. Tampoco tiene el crudo disponible para esta menuda tarea de refinar hidrocarburos.Mientras esto sucede las gasolinas suben de precio. La minería ilegal que extrae oro en el corredor Tambogrande, Las Lomas y Suyo
crece peligrosamente. La policía se apoltrona por todos los lugares de paso
para un laxo control previo pago. Las mafias se enriquecen con la provisión
ilegal de insumos para la actividad minera, la trata de personas, la venta de
alcohol vulnera la tranquilidad de un pueblo de extracción agrícola. La California
de Piura es un anticipo de un desastre ambiental por la falta de autoridad y
desgobierno. A nadie le importe consumir agua contaminada con arsénico y
cianuro. Somos una potencia agroexportadora gracias a la inversión chilena y
estamos satisfechos con el capital del sur porque la tierra es imposible de
llevar en la alforja. El capital activa la economía crea empleos y paga
impuestos. Nos obliga a un manejo responsable de nuestra agricultura. ¿El
algodón de la edad del oro blanco? Fue un sueño de opio.
Pese
a alza de precios, técnicamente inflación, aún nos quedan algunos huevos en la
cesta para tortillas en tiempos de vacas flacas. Sin embargo, no tenemos decisiones
y coraje por la prosperidad de la región. En Piura las corruptas repartijas son
el bolsillo roto de la inversión. La economía se estaciona y se añaden riesgos. Así no se mueve el motor de las inversiones. Las cutras en los municipios
y en la región alientan negocios sin riesgos: peluquerías, casas de cambio y
hoteles para el negocio más antiguo del mundo, bunkers playeros que el mar
voraz se traga sin remedio. Negocios de oportunidad se esfuman en un momento. Lo que mal se gana mal acaba.
Piura,
necesita un papá con el cinturón bien puesto. Administrador sensato de su
dinero para invertir y sus ahorros. Sin el malgasto en huevadas ni en enormes
cartelones con la efigie del huevón encandilado por esa costosa publicidad de bebida
gaseosa. Necesitamos un papá planificador que apueste por la nutrición,
educación y salud de sus hijos. No queremos
una rata con cuello y corbata. Pues así se lime las uñas para engañar a los felinos
de la Contraloría no deja de ser un roedor de la peor especie. Hoy todos los
movimientos de dinero quedan registrados. El robo al erario deja huellas.
Dinero que entra y sale de cajeros, compra de vehículos y festines
inmobiliarios registrados en notarías por testaferros, compra de dólares y oro.
Todo deja huella.
Necesitamos
de un papá con visión de futuro con la suficiente valentía para acabar con todas
las plagas que atascan la inversión pública. Un papá responsable dispuesto a hacer siempre bien las cosas y no rodearse de pillos infames y adulones. Queremos
un papá serio comprometido con las buenas inversiones no un Vito
Corleone con cascara de buen señor pero mafioso hasta el tuétano. Un papá gestor
de una ciudad limpia porque esta es su casa. Con agua y energía ahí donde hace
falta. Hombre de trabajo. Un ejemplo digno de imitar por su incondicional
responsabilidad con todos. Por eso mueve el progreso y sale adelante. Con los
pies en el presente vislumbra futuro.
Un
papá con una fe para mover montañas. Un hombre con cojones para exigir con
legítimo derecho lo que por justicia nos corresponde. Y si no nos escuchan y
atienden gatille el reclamo con firmeza movilizando con energía cívica a la
población. Nunca el hazmerreír de los poderosos. Tanto hemos dado por el Perú.
Es una vergüenza que con eufemismos nos doren la píldora y al final nada. No
nos vengan con fruslerías engaña muchachos y cuentos chinos o brasileños son
igual de mafiosos.
Un
papá responsable: digno y decente.Un hombre con agallas para sacar adelante esa
numerosa familia de casi dos millones de piuranos.Un padre, ejemplo de sus
hijos, luminaria inteligente en la mejora
y perfección de todos sin distingos. Un padre
honesto no un amarra chivas para exigir sus legítimos derechos. Un padre noble
cuya voz se oiga y tenga eco.
Hombre
capaz con voluntad de hierro para sacar su región adelante. Un hombre sin nada
que ocultar y maquillar porque su existencia siempre fue decente. Un hombre siempre
presente en todo lo que está bien hecho y que no necesita una placa enorme para
estirar su vanidad. Un hombre grave que se acepta tal como es y que no recurre
al amoniaco del tinte para aparentar rejuvenecimiento. Un hombre servicial que
es distinto que el servil exigente consigo mismo y con todos. Un hombre pendiente
del bienestar de su pueblo con clara visión de cambio. Leal con la cultura, la
buena educación y el respeto.
Un
hombre capaz de poner patas arriba a la burocracia ociosa perfora presupuestos
y devora el erario . Un hombre que cuando planta un árbol su puro ejemplo crea
un bosque. Un hombre afable, abierto a las buenas iniciativas y capaz de
escuchar a todos. Un hombre capaz de servir y no de servirse en provecho propio
del erario. Hombre de lealtad insobornable con su pueblo sin miedo al combate
contra la corrupción y el soborno que penetra la administración pública para
robar y no se avergüenza. Hombre de talante moral impecable no señalado por nadie.
Hombre de conducta decorosa y ejemplar para todos. Hombre de principios cuya
fortaleza mayor es la firmeza en el gobierno y la conducción de la cosa pública
hacia objetivos claros y metas puntuales. Hombre de palabra firme dueño de un
solo discurso responsable para todos. Hombre dueño de sí mismo no un malandrín,
oportunista, aventurero, medrador, vulgar y grosero. De esos ya estamos hartos
y los debemos encomendar al mismo infierno.
Un papá con el lenguaje inasible de los afectos en su lejana ausencia. Es posible mi viejo esté leyendo estas líneas. Cercano y presente. Con él recorrimos las orillas del mar y contemplamos absortos las puestas del sol en la tarde porteña. Con portentosa humildad hizo de su vida un consejo inolvidable. Evocando su indeclinable vocación saludamos a todos los papás en su día. Como ayer, dejo este recado en su cajón de hatos y recuerdos. Seguro que al leerlo sonreirá de puro contento. ¡Gracias papá!
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