miércoles, 7 de octubre de 2020

PERIODISMO Y POLÍTICA















Por: Miguel Godos Curay

El Diccionario de la RAE define al periodismo como: "Actividad profesional que consiste en la obtención, tratamiento, interpretación y difusión de informaciones a través de cualquier medio escrito, oral, visual o gráfico”. Por extensión se llamaba periodista a quien escribía en un periódico. Por antonomasia periodista es el que trabaja en un periódico aunque no escriba. Periodiquero (ra)  designa al vendedor(a) de diarios. En sentido despectivo, al periodista.

Gracias a la revolución de las comunicaciones e irrupción de la aldea global de Mc Luhan, el ejercicio del periodismo, de oficio consagrado a la información  pasó a  convertirse en una profesión con formación académica y científica social. La función de comunicar con la verdad requiere del cumplimiento de deberes y el asumir una responsabilidad pública de servicio a la sociedad. El periodista aunque trabaja en una empresa su servicio busca el bien común y la cohesión de la sociedad.

Hubo un momento de la historia donde el dueño, el impresor, el redactor y el director del periódico coincidían en la misma persona. Este fue el oficio de Jaime Bausate y Meza seudónimo del audaz joven extremeño Francisco Antonio Cabello y Mesa quien hizo posible, el 1 de octubre de 1790, la edición del Diario de Lima considerado el primer diario de América Latina. Desde William Randolph  Hearst, el padre del sensacionalismo, a la fecha,  el periodismo es una potente arma política. La imprenta, bien decía Bolívar, es la artillería del pensamiento. Un periodicazo lastima mucho más que golpiza de boxeador.

Hearst, vislumbró este poder y utilizando su periódico el New York Journal incitó la guerra de Estados Unidos contra España (1898). El único propósito de la guerra de papel de Hearst era apoderarse de Cuba lo que consiguió después de fustigar durante tres meses y 17 días con aderezados caldos de mentiras. Por eso para ilustrar sus notas envió al caricaturista Frederic Remington quien debía plasmar a pluma los abusos de los españoles con la población cubana.  El diestro dibujanteen La Habana no encontró nada que registrar en un escenario apacible por lo que decidió retornar. Es famosa la nota que le envió Hearst. “Por favor quédese. Ud proporcione los dibujos yo proporcionaré la guerra”. Lo que en efecto sucedió enervando la indignación de la opinión pública. La guerra de papel y tinta surtió efecto.

Los políticos en campaña adoran a los periodistas. Por eso les dan de comer en la boquita y les compran la pluma. La novela Tirano Banderas de Ramón Valle Inclán. Muestra lo sucedido con un periodista enviado a cubrir un mitin político del partido contrario al del dueño del diario. Recriminado por decir lo que vio y oyó.  El dueño rabioso, amonestó al redactor diciéndole: “La falta a usted intención política”. ¡Cada día es usted menos periodista!  El redactor, presa de indignación, se desahogó ante un colega diciendo: “¡Quién tuviera una pluma independiente! El patrón quiere una crítica despiadada… Es un oprobio tener vendida la conciencia”.

La ficción novelada es una foto a colores y sin retoques del periodismo mermelero nutrido con el soborno. Menudea la merme en tiempos electorales. Y en las dependencias públicas sujetas a fiscalización. Un amigo, exitoso funcionario a vísperas de jubilación me invitó a escoger en su biblioteca, porque se iba de Piura, libros que pudieran interesarme. Entre los de fina encuadernación me llamó la atención uno especialmente empastado en rojo. Era el registro puntual de los requerimientos económicos y materiales de periodistas locales con nombre propio. El registro era una prueba fehaciente de la deshonestidad. Se lo pedí con discreción. Y me respondió: Todos somos dueños de nuestro silencio, pero esclavos de nuestras palabras. En el comercio de intrigas que es un diario bien conviene la lubricada discreción. El colmo del listado resultó un diablo predicador quien hablando sobre ética en periodismo decía que el periodista cumplía un rol de Juez, Fiscal y Cura. Juez porque sus sentencias son inapelables, Fiscal por defender el bien común y Cura porque cubre con su celo secretos de confesión. Nada de eso cuenta en realidad. Como anota Joaquín Estefanía. “El periodista se define en negativo. No es sino la suma de lo que no es. Lo que no acabamos de ser es lo que somos.” 

Ya en 1901 anotaba Lerroux –el periodismo es el refugio de los fracasados en la literatura y hospital de los inválidos de otras carreras. Trampolín de los políticos. La soga del salto de los oportunistas. En 1895 el periodista inglés John Swinton describía su trabajo del siguiente modo. “No somos más que marionetas. Ellos (los propietarios) tiran el cordón y nosotros bailamos.” La libertad de prensa y opinión fue siempre ilusoria. Las empresas condicionan su línea editorial a los vaivenes de su subsistencia económica. Es la perversión de siempre. Hacer del negocio publicitario, toma y daca de los intereses políticos y económicos. En las visitas que suelen hacer los directores de medios a funcionarios públicos no faltan el reportero y el jefe de publicidad con talonario de facturación al ristre. Uno saluda, el otro registra, el tercero pica y muerde.

Antes se creía que el periodismo era el olimpo bohemio de aventureros, novelistas y fracasados atraídos por esa sensación de estar en la cresta de la ola. Se aprendía periodismo en las redacciones, talleres y concurridos cafés. Según el profesor Carlos Soria la revolución del periodismo profesional se potenció gracias a tres factores. Factor técnico y económico: el surgimiento de la empresa periodística. Factor jurídico: el legítimo derecho a la actividad profesional. Político: empieza a preocupar al poder el control de los informadores profesionales. No hay político al que no le subyugue el ser favorito en una encuesta o leer sus declaraciones en una primera plana.

Hoy el escenario es diferente. Los diarios en papel impreso languidecen. En 1993 la demanda mundial de papel fue de 32,811 millones de toneladas métricas. Estados Unidos demandó 12, 693 millones de toneladas, la Unión Europea 6,799 millones de toneladas. Últimamente ha repuntado el consumo de papel en Asia. El precio del papel está condicionado a las fluctuaciones de precio de la celulosa. Al cerrar 2017 la celulosa  alcanzó elevados precios con alzas del 45% (fibra corta)  US$ 694 tonelada  y 31% (fibra larga) US$742 según las estadísticas de la CMPC. El cuarto mayor productor de celulosa en el mundo. CMPC es un grupo forestal integrado, con base en Chile y filiales en Brasil, Argentina, Uruguay, Perú, Colombia y México. En 2015, CMPC Celulosa consolidó ventas por US$ 1.956 millones, incluyendo la operación en Brasil, incorporada en diciembre de 2009. El 83% de su producción se exporta desde Chile a Asia, América y Europa. El papel es un insumo caro y empuja la industria editorial a la virtualidad.

La crisis de la prensa impresa ha recrudecido en el último lustro y se ha exacerbado por la pandemia. No sólo se ha deprimido la venta de ejemplares sino de los espacios publicitarios. A todo ello se suma la pérdida de influencia entre los potenciales nuevos lectores a los que no emociona abrir las páginas de un diario. Prefieren permanecer hiperconectados a las redes sociales y sobre informarse de los acontecimientos mundiales. Hace poco, en la explosión de un almacén de difosfato de amonio en Beirut, los efectos de la deflagración fueron seguidos en tiempo real en las redes sociales. El debate de candidatos entre Trump y Biden parecía un encuentro callejonero. La agresividad de uno y el tartamudeo del otro eran parte del entretenimiento de espectadores que leían las expresiones de los rostros sin entender ni pepas de inglés.

Pese a todo, las ediciones virtuales de los diarios mediante suscripción no tienen éxito. La cultura de la gratuidad y el no pago por servicios informativos favorece el surgimiento de medios alternativos. Las audiencias se han fragmentado gracias a la competencia entre los operadores de redes y páginas de noticias. Una propuesta muy debatida es la transición hacia un nuevo modelo de prensa escrita de calidad, editada con menor periodicidad, con contenidos alternativos e información rigurosamente verificada. Si la prensa no despliega esfuerzos por mejorar no se obtendrán los resultados esperados. Muchos de los redactores despedidos optaron por crear sus informativos en las redes sociales con mucho éxito. Incluso compiten con el medio que los colocó en el ruedo de la competitividad a un costo inferior,

En tiempo de pandemia organizaciones como la OMS, OPS y la mayor parte de los medios requieren periodistas con un conocimiento de las estrategias de salud pública. La educación en salud es una asignatura obligada en las Escuelas de Periodismo, la interpretación de las estadísticas no puede estar en manos de desconocedores del tema. La falta de la credibilidad de la prensa en la pandemia está asociada la desinformación. Poco a poco, se incrementa el número de periodistas emprendedores que gestionan de modo impecable sus espacios lo que es un factor de credibilidad que atrae a los anunciadores que se han dado cuenta que la publicidad en medios impresos no surte efecto. Urge una reconversión de las Escuelas de Periodismo con especial énfasis en economía, estadística, ciencias de la salud, administración de los tiempos de ocio, psicología y comunicación en tiempos de crisis. Ha quedado fehacientemente demostrado que los políticos comunican mal y lejos de aumentar su credibilidad provocan decepción y desconcierto. Los tiempos han cambiado. Sin embargo, permanecen indelebles, los principios. La información, señala José  María Desantes es una “función pública” que la ejercita el periodista como mediador entra la realidad y los públicos. Advierte Desantes: Del derecho a la información no son propietarios ni el periodista ni la empresa, sino cada uno de los ciudadanos. El periodismo es una función pública soporte de la democracia y de las libertades ciudadanas fundamentales. Por eso ejercitar esta función requiere responsabilidad y ética, el despojo de estos principios es atenerse a la ley de la jungla. Fieras y bestias hay en todas partes.

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