Hace poco y después de cincuenta años nos reunimos los ahora
viejos integrantes de la promoción 1973 del Colegio San Francisco de Paita. El
reencuentro frente al vetusto primer local del colegio en la calle Junín en la
Plaza Bolognesi fue una emotiva y deslumbrante
evocación del pasado. De gratos recuerdos pero también de trayectorias,
ausencias y numerosos momentos inolvidables. Como todo lo que toca a Paita nos
reencontramos con el mar en el balneario tradicional de El Toril frente a las viejas
edificaciones de la planta industrial de
producción de atún enlatado y congelado. El viejo malecón, la mirada al puerto
transformado por la ingeniería y el comercio internacional.
Todo un hato de recuerdos se
concentró en la esquina de la plaza a un costado del Hotel Miramar con sus
torretas misteriosas en donde de noche en
noche, durante el plenilunio asoman fantasmas y añoranzas. Acudimos de
rincones lejanos para desandar el camino y rencontrarnos con el pasado. Fuimos
al nuevo colegio arrinconado por el comercio del mercado y el transporte a las
caletas vecinas. Ahí nos reunimos con una asombrosa vitalidad para
constatar en una contabilidad gozosa los
que aún viven. En el memorial de la
ausencia evocamos a los ausentes sin retorno. Como corresponde a los paiteños compartimos
pescado y delicias en la mesa. Con ají, con poco ají y sin ají.
La vida entreteje con recuerdos cada
momento del ayer los inolvidables maestros que
nos abrieron los ojos al futuro.
Nuevamente como ayer repensamos el futuro de Paita entre una incipiente
explotación minera de no metálicos, la ambición voraz por el yacimiento de gas
en La Tortuga y la reconversión de la actividad extractiva olímpica en la que
toda se agota y apuntar al desarrollo de una acuicultura y marisquería
sostenibles que permitan cultivar recursos y cosecharlos. La preservación de
los recursos hidrobiológicos es necesaria. El potenciar el desarrollo del
turismo una necesidad urgente que genere
empleo y buen trato a los visitantes eventuales que se pueden multiplicar.
En los muros del colegio quedó como
testigo de nuestro paso por las aulas una placa
con los nombres de cada uno de
los integrantes de la Promoción Estudiantes Unidos de 1973. Un gesto noble que
atrapa recuerdos para las nuevas generaciones. Una iniciativa de proximidad a
la tierra y al ayer con el aplomo del camino recorrido. Confesamos que fueron
momentos gratos de alegría y de recuerdo. Cada capítulo de la historia fue
motivo de celebración y mucho cariño. Hubo conexiones por celular con los
lejanos.
Paita, necesita un vigoroso impulso
a la educación y el deporte en el que siempre mantuvo un sitial. En fútbol,
baloncesto, judo y vóley siempre se
animó la competencia. La educación definitivamente no puede permanecer
desencajada del desarrollo local. El futuro tiene que pensarse en función del progreso en condiciones de seguridad para las nuevas inversiones. Los
paiteños siempre hemos vivido a las orillas del mar. Sabemos que la brisa
fresca corroe el metal y si no se adoptan medidas de protección el orín carcome
todo. Por eso las antiguas casonas son de quincha y madera en donde los viejos pisos se protegían con petróleo. Las mismas
edificaciones de concreto requieren tecnología de protección. De lo contrario
todo se desploma.
Paita requiere más áreas verdes que
permitan evitar el desplome de los cerros. Las raíces en las faldas evitan la
degradación de los suelos. El orden en todo momento es una obligación de los
que gobiernan y administran la provincia. Es el momento en que la
responsabilidad social de las empresas
se traduzca en aporte y apuesta eficiente por la educación, el deporte y la
calidad de vida de niños, jóvenes y madres. Dotar de bibliotecas, laboratorios,
implementos deportivos y computadoras es
un estímulo para saltos de mejora. Es una
apuesta por el progreso y desarrollo.
Paita tiene potencialidades en la
pesca pero también en la agricultura soporte de la seguridad alimentaria. Urge
una mejor administración del agua escasa pero con una demanda creciente por la
expansión poblacional. Las viejas casonas de Paita vieja urgen protección, la
mayor parte de ellas en cualquier
momento se desploman por el paso de los años y la poca identidad de los
gobernantes. Paita ha crecido enormemente así lo refleja el intenso comercio y
las numerosas empresas de transporte. Una nueva ciudad crece en El Tablazo
y también se pueblan balnearios y playas
de recreo.
Una amenaza para la inversión y el
desarrollo local es la delincuencia y el narcotráfico. La actividad delictiva
trastorna la tranquilidad y afecta la seguridad ciudadana. El pasado mayo en
contenedores de espárragos se incautó 58 kilos de cocaína en paquetes cuyo
destino era Bélgica en un barco con bandera liberiana, los paquetes estaban
envueltos con la bandera nazi. Según Jaime Antezana Rivera, experto en
narcotráfico y terrorismo, Paita es el primer puerto nacional en incautaciones de droga. La droga
se produce en el Perú, se embarca en Chile y con almacenes sellados, se
desplaza por puertos peruanos. El cargamento más grande se incautó en 1995 en Paita: 3 toneladas 342 kilos de cocaína en una
embarcación pesquera con destino a un cartel mexicano. La carga pertenecía al
clan de los López Paredes. La DEA (Drug
Enforcement Administration) agencia
antidrogas de los Estados Unidos advierte que el comercio de drogas y
actividades conexas tiene proporciones preocupantes.
El rencuentro fue también una emotiva
evocación de los inolvidables profesores como Ruperto Arca Sosa, José Martínez
Távara, José Martínez Talledo (Vicerrector de la UNI), Antonio Carrión Leyton, Martha Cosme de
García, Olinda Rosas de Piminchumo, Jorge Isla Poémape, Manuel Landa
Agurto,Tulio Maticorena Montejo, Wilson Meléndez Seijas, Felipe Farfán Zapata,
Marzio de Spirito Paca. Paiteños, trujillanos y un italiano nos formaron en las
aulas del San Francisco. Nos quedan en la memoria los versos de las estrofas del
himno del Colegio. Un grato recuerdo por los compañeros fallecidos Félix Pinday
Vilela, Roberto Soto Burgos, Eberth Chanavá Abad, Aldo Dimas Saavedra que nos adelantaron en la partida. El anecdotario
se mantiene indeleble pese al paso de los años. Nuestra profunda gratitud a los
gestores de este inolvidable rencuentro Kelo Rumiche, Mere Periche, Julio
Yarlequé, Chale Olivares llenos de amables detalles. Todo pasa y nada queda,
sólo recuerdos de la inextinguible amistad, pues como diría el poeta. Lo
nuestro es pasar haciendo caminos sobre la mar.
Miguel Godos en la clase del recuerdo |
En el almuerzo en el Cerro Azul de Paita. |
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