Por: Miguel Godos Curay
El peor de los venenos es el que se elabora
con miedo y odio químicamente puros. Mueve los rescoldos del resentimiento y la
confrontación racial. Siembra la frustración ahí en donde antes habitaba la
esperanza. Un verter hiel sobre la sopa para que nadie la pruebe y la tome. Lo mío ya no se comparte. El reparto se hace con los bienes ajenos no
con los propios que están a buen recaudo en este injustificado y curioso método
de hacer justicia. Se repiten las consignas violentas y sanguinarias, es el
viejo pavor de la estrategia terrorista. Nunca como hoy se han vertido tantas
mentiras en las redes sociales. Nunca como hoy vivimos a salto de mata por la
confrontación odiosa. Tras el polvo, el agua de acequia y las pinturas del
carnaval retornamos para quejarnos de la falta y escasez de agua. Gracias a
Dios llueve y si las precipitaciones se desbordan, vendrá el carnaval de las
emergencias.
La destrucción de lo invertido es el
castigo para los empresarios que apuestan por el país. El bloqueo de
carreteras, el incendio de peajes, la quema de los archivos del Ministerio
Público y el Poder Judicial busca el no dejar
ni el humo de los procesos criminales de corruptos, narcotraficantes y
mineros ilegales. La destrucción del país por el fanatismo es el ingenuo fermento
de la revolución. La corrupción sigue
siendo la gangrena pestilente de nuestras instituciones políticas. Celebrar con
aguardiente y coca la hoguera en el que arde el cuerpo de un efectivo policial
ultimado salvajemente es una orgía salvaje y demencial. Destruir aeropuertos es
matar el turismo atisbo de progreso y fuente de ingresos para muchas familias
que dejaron de sembrar. No nos vengan con el cuento de las protestas pacíficas
infiltradas por delincuentes y agitadores. ¿Quién alimenta y quien financia los
despropósitos arrasadores y destructivos? ¿No nos vengan con el otro cuento del
cierre de carreteras impidiendo que productos de consumo masivo lleguen a su
destino y se pudran en el camino por
iniciativa de descontentos civilizados?
La inflación en enero superó el 9%
en los mercados. El peruano común y corriente cada vez compra menos pues el
dinero no alcanza. Todo se encarece
impunemente. Sumemos a ello el mayor precio y menor aplicación de los
fertilizantes. Según el BCR los productos para el cuidado personal se
incrementaron en enero un 0,5%.Cremas dentales (1,2%), champús (1,0%), pañales
y jabones (0,8%cada uno), papel higiénico (0,6%). Los magros salarios no
alcanzan para cubrir los sobrecostos de la violencia que paraliza la economía. Michael Reid, editor de The Economist, advierte, la situación del país
es sumamente compleja y peligrosa. Si en el Congreso no hay un consenso se
corre el riesgo del desborde y
conatos de ira popular que pueden
desencadenar una insurrección mayor de indecibles impactos en la economía.
Grupos autoritarios y agitadores políticos
extremistas afines al senderismo buscan la salida del gobierno y del Congreso e
instalar una constituyente para conquistar el poder tal como lo acontecido en Chile. Muchas
veces, ignorando la evolución de este proceso: En el 2020 aprobaron de modo
vehemente redactar una nueva constitución. El 2021 eligieron a los miembros de
la Convención constituyente. En 2022
mediante plebiscito obligatorio se acordó rechazar el mamotreto constitucional propuesto.
La nueva Constitución fue unánimemente rechazada por el sentido común
ciudadano. Por eso no nos vengan con
nuevos cuentos. “Boric quería nueva Constitución. Chile de pie le dijo que
¡No!”
Arde el sur, no arde el Perú.
Cajamarca la tierra de Castillo celebró con desproporcionada euforia. Castillo,
fue el heredero omitido del testamento de Ño Carnavalón. Igual sucedió en todo
el norte. Mientras en Puno persiste la protesta. El norte se prepara para la
cuaresma.
Sin embargo, no hay que olvidar que
los muertos en este escenario conflictivo y polarizado son carne de cañón para
que arda la pradera. El Congreso y el Ejecutivo añaden su cuota en este clima
de desasosiego e incertidumbre política. Para los agitadores con nombre propio
una protesta sin sangre es como un carnaval sin polvo y serpentinas. Los
errores del gobierno son el agua jabonosa sobre el piso que provoca resbalones.
Mientras tanto, la economía nacional se hace añicos.
El camino a la estabilidad política
requiere decisiones firmes, no es fácil restablecer el orden cuando el desorden
recurre artificiosamente a eventuales grupos defensores de Derechos Humanos
y a toda una estrategia del vocerío
internacional sesgado por la izquierda. El rédito es despedazar la economía
del Perú. Para muchas ONGs tiene más interés exacerbar los conflictos en
el Perú que defender los Derechos Humanos en Ucrania. Rusia es la víctima, para
muchos extraviados voceros políticos de la Unión Europea. La manipulación de las
redes sociales y las noticias falsas sobre el Perú se multiplican. Sólo se da
cuenta de víctimas pacíficas que recorrían las calles en procesiones ciudadanas.
Se omiten deliberadamente los daños a la propiedad pública y privada, los
muertos en carreteras bloqueadas, los efectivos policiales asesinados
impunemente, la producción irremediablemente perdida, la industria paralizada,
la destrucción artera de los aeropuertos. El impacto sobre la economía de
subsistencia de los pobres que no tienen que comer.
Por supuesto, el narcotráfico, la minería ilegal, la trata de personas, los traficantes de tierras que financian la algazara no aparecen por ninguna parte. Los destructores de fábricas, equipos cuantiosos de la actividad minera, los financistas de la asonada se esfuman en las notas de la prensa alternativa natillera y mermelera. Por el momento son los buenos de la película. Los más afectados son los peruanos que a duras penas se sostienen con su trabajo. La inflación dispara los precios en los mercados. La pobreza y la miseria tienen hoy múltiples rostros. Y la vesania criminal amenaza ahora con impedir que 6 millones 797 mil 295 escolares del Perú matriculados en 84 mil 917 instituciones educativas acudan a clases. Ya lo verán.
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