En la Plaza 2 de Mayo, momentos previos a la concentración de docentes universitarios del Perú. ( Foto Mariela Barrentos) |
Por:
Miguel Godos Curay
Ser
docente universitario en el Perú duele en el alma porque dejas la vida y tus sueños, gota a gota, en las aulas,pero
estás ahí con tu laptop sin software licenciado como lo exige la SUNEDU pues lo
poco que ganas no alcanza para más, sólo para copias fotostáticas y comprar un
libro porque tienes el deber de nutrir tu ciencia en las librerías del suelo, en
convenio de buena fe con quien con
avaricia te reserva un texto raro para el profe de la UNP.
Ser
docente universitario en el Perú te desgarra la conciencia pues para el rito salvaje
del ascenso – algunos- llevan la
contabilidad de los colegas muertos cada día, cada mes, cada año de
males irremediables: derrame de cuerpo entero, infarto de desilusión, parkinson de
rabia incontenible, la angustia que te provoca en el seguro social y
ese turno para tu mal que nunca llega.
Pero
estas ahí soñando con un Perú nuevo, nutriéndote de menú de 6 soles y marchando
por las calles “porque los docentes universitarios en el Perú luchando están
enseñando”, así envejecemos, pobres entre los pobres, porque en el Perú se
puede ganar mucho más con uniforme, en un curso breve para imponer el orden,pues
nosotros no existimos para los altos
funcionarios del gobierno,presumimos
somos el desorden químicamente puro para los que quieren liquidar y hacer letra muerta de la autonomía universitaria.
Así
estamos en esta salchiapapas de los Derechos Humanos. En esta hamburguesa de
carne de maestro universitario. Se homologan
los jueces corruptos al gusto del gobierno, no los
docentes universitarios, en el Perú, inelegibles para los funcionarios del
Sunedu. En este Perú los docentes
universitarios se mueren de injusticia cotidiana instalada como cáncer en este
Perú de carne y hueso. Pero ahí estamos bebiendo café de carretilla, debatiendo
las angustias de esta patria que nos Impide llegar a la Plaza de Armas de Lima,
menos a las rejas del Congreso que legisla con letra muerta, estos cuantos años
que nos queda por vivir, oyendo al cholo
Berrocal pues somos del pueblo y para el
pueblo. La letra muerta de la constitución política del Perú.
Pero
ahí estamos en la trinchera de la idea con un maletín de siete soles, con un cuaderno
de notas que nunca se acaba y un lapicero Lucas de tres por un sol. Somos
docentes universitarios del Perú, un hormiguero humano de obreros de la
inteligencia que nadie oye, un bandada
de pajaritos contentos de solo verse junto a los enhiestos árboles que rodean
el Estadio Nacional, pero ahí estamos agradeciendo a Dios peruano por inventar
la avena con maca, la papa rellena, el choclo con queso, el pan con palta, el
chaufa con pollo,el café con leche, la rodaja de piña, la sandía redonda como
sonrisa en la carretilla bienaventurada del Señor.
Ahí
estamos con el reclamo hecho grito exigiendo homologación mientras PPK Apecacostumbrado,
a no oir, y el Ministro Saavedra alma de
jebe y sus asesores autores Intelectuales del acojudamiento colectivo. Ahí
estamos en la trinchera, sin más armas que los sueños desbocados, ni más escudo
que la fotografía colorida que nos hicieron en la marcha hacia el Parque
Universitario. Ahí estamos con el desayuno concentrado de los universitarios de
Huacho, Pan con salchicha, avena con leche y pólvora para el reclamo. Ahí
estamos gritando por las calles: “La universidad no se vende, la autonomía se
defiende …..”
Ahí
estamos desencantados porque el Tío Donald Sam eligió a Trump para el gobierno
de aquella gran nación en donde la libertad es un monumento, ahí estamos soñando con un
repechaje que abra la compuertas de la
justicia para la selección peruana y nuestros sueños, consolándonos como los
adobes solidarios porque la libertad, en
el Perú, es un departamento. Lima,
10 de Noviembre del 2016.
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