jueves, 29 de abril de 2010

EL VIAJERO DE ABRIL


Por: Miguel Godos Curay
Medio siglo al frente de El Tiempo han servido para perfilar la entraña humana de don Víctor Helguero Checa. Como que en Piura los Helguero y los Checa estuviesen vinculados al papel y a la tinta. A la pasión política y a la idea. Con don Víctor en las angustias diluviales de 1983 fue posible que El Tiempo prestara bobinas de papel para que Correo, su competidor en las calles, no dejara de salir. Era un trato cordial y amable que permitía una intachable y consecuente conducta de caballeros y una batalla de reporteros por la primicia en las redacciones.

Tanto El Tiempo como el Correo vivieron esa gloriosa etapa de la composición en caliente de plomo hirviente en los crisoles. De aroma de tinta en los dedos y el alma. Los linotipos, las Ludlows, las rotativas iniciaban diariamente esa febril actividad de llevar noticias a los hogares de Piura. Los redactores vivían con pasión desaforada su hambre de noticias. El tener una buena abridora para la primera plana era un secreto que el honor recomendaba no compartir. Hoy las comparten de grabadora a grabadora. Y los matutinos finalmente acaban diciendo lo mismo. Cuando se ausenta la pasión la busca de noticias se convierte en una gimnasia aburrida. Un más de lo mismo que no trasciende y no deja huella.

Don Víctor llevaba el periodismo en la sangre. La piuranidad nutría su modo de ver y hacer las cosas fiel a la tradición de Federico Helguero (1885) su padre, cuyas sabrosas crónicas fueron compiladas por César Pacheco Vélez, en un volumen de la Colección Algarrobo de la Universidad de Piura con el nombre “De la Patria Vieja”. Don Víctor fue ejecutor testamentario para el retorno a Piura de los restos de Felipe Cossío del Pomar tal como fue su deseo postrero. Su madre doña Mercedes Matilde Checa Eguiguren fue una memorable matriarca cuya bíblica familia se ha extendido en Piura.

Gracias a su tenacidad e impulso condujo la modernización de El Tiempo. Don Víctor abrió las puertas de su matutino a los jóvenes periodistas egresados de la UDEP. Margarita Vega, Carlos Carrasco, Alina Antón, Teo Zavala, Irina Mauricio, Práxedes Queneche, Hilda Machuca entre otros aplicados periodistas de las nuevas hornadas. Fue un hombre de sonrisa franca que se había ganado el respeto de trajinados reporteros como Abraham Grados, Luis Chong y el Tuerto Eyzaguirre que son parte da esa historia. Igual gratitud prodigó a Carlos Robles Rázuri, José H. Estrada Morales y Juan Alvarado Chuyes fieles a la línea editorial de El Tiempo.

El periodismo es una tarea apasionante. Lo entendió bien don Víctor cuya presencia inconfundible es motivo de gratos recuerdos. El Tiempo es probable que como el gato tenga siete vidas y que como las grandes construcciones intelectuales se mantenga con vida y lozanía durante muchos años. Creemos que una tarea pendiente para las universidades es el mirar a Piura desde los ojos de sus diarios. Contrastar esas lecturas objetivas de los acontecimientos que han dejado huella. De sus aspiraciones colectivas y su vocación de futuro.

Recordaremos que hubo un tiempo en donde desde la otra esquina nos mirábamos los redactores de Correo y el Tiempo para el safari diario de buscar noticias. Cada uno con sus tácticas para distraer la atención. Como en el fútbol se podía recurrir a la finta, al engaño solapado para desviar el olfato noticioso. Esta batalla emocionante era un brindis de adrenalina pura. Lo que no era un impedimento para compartir un cebiche y clarito. Debatir sobre política o economía. O soportar las temibles calamidades que en las últimas décadas soportó Piura.

Don Víctor se ha ido en Abril, que huele a periódico y a tinta. Dicen lo aficionados a las letras que en abril se fue el cholo Vallejo, Cervantes, Shakespeare y nuestro Inca Garcilaso de la Vega. También emprendió viaje don Víctor Helguero. Una vida tan fructífera que ha dejado sólidos cimientos que perduran a través de El Tiempo. Nuestras condolencias a sus hijos y a su distinguida familia. Desde la vocinglera tribuna de CORREO nuestro último adiós. El patriarca cerró sus ojos para la eternidad. Como diría el poeta. “Si quieres saber cuando es abril, la golondrina te lo vendrá a decir”.

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