lunes, 2 de noviembre de 2009

LA RONDA DE LA MUERTE


Por: Miguel Godos Curay

La tradicional festividad de Todos los Fieles Difuntos fue instituida en el año 1030 por San Odilón, abad del Monasterio de Cluny, como una fecha especial en la orden benedictina. En el siglo XIV Roma la aceptó y se propagó a toda la cristiandad. En México y Perú la fiesta de los difuntos adquiere relieves extraordinarios pues poblaciones enteras se vuelcan a los camposantos para orar, velar, comer, beber y bailar ante las tumbas de sus seres queridos.

En Piura las “velaciones”, el concurrir a los cementerios a velar y pasar la noche cerca de los difuntos es una tradición de vieja data. Durante estos días los panderos se esmeran en elaborar roscas y panes de muerto, al igual que los “angelitos” de dulce para recordar a los párvulos fallecidos. Las “calaveras” de dulce y la miel de chancaca con panecillos son parte de esta costumbre secular en el Bajo Piura. En Paita y Sechura se acostumbraban el escabeche y picante junto al muerto.

Estos días legiones de rezadores para responsorios desfilan por los cementerios. Coloridas flores naturales y de tela, llenan de colorido los camposantos. La muerte tiene enorme significación simbólica para los piuranos. No sólo es el recuerdo de los ausentes sino una proximidad a un cierto sentimiento gozoso de exilio que nos acompaña siempre. El difunto desde el lugar en el que se encuentre, conforme a nuestra mentalidad, es capaz de intervenir como protección de sus deudos. Por eso la veneración no se extingue y lo escenarios en donde la muerte traumática se produce son venerados al filo de la carreteras en donde se colocan túmulos y cruces. En Piura, las “almas” o ”ánimas benditas” son protectoras y milagrosas.

PIURA Y SUS RITOS FUNERARIOS
Los ritos funerarios locales tienen significaciones propias. Así por ejemplo, cuando alguien muere en la casa se coloca un vaso con agua en el lugar donde se produjo el deceso. Una vieja tradición es el rezo de nueve días. En la casa del difunto se colocan cortinas y cruces de duelo. El luto de los familiares se expresa en el traje negro o en una banda de tela negra en el brazo de los deudos. Junto al Santo Cristo se coloca el vasito el que en caso de secarse es repuesto inmediatamente por los deudos. En la sierra de Piura se acostumbra el bañar el cuerpo de los difuntos antes de amortajarlos. Y entrada la noche se entonan las conmovedoras notas de la “Salve de las Vacas” que resumen enseñanzas bíblicas sobre la muerte del justo y pobre.

Otras costumbres extendidas son las de retirar los cadáveres de hospitales por la puerta posterior o el postigo. El muerto nunca sale por la puerta principal. Tras el velatorio, en algunas localidades, el féretro sale de cabeza de la casa. Según la explicación: así como al nacer vino al mundo. Al salir de su casa los que cargan el ataud realizan tres inclinaciones de despedida. Costumbre extendida es el acompañamiento de la banda de músicos, la misa de “cuerpo presente” en contraposición a la de “cuerpo ausente” que corresponde a la memoria del fallecido.

Una sutileza es la ubicación de las manos si las lleva juntas es probable que “se lleve a otro miembro de la familia”. El muerto debe ir “con los brazos abiertos al encuentro del Señor”. Tampoco debe portar crucifijos u objetos de metal que impiden el descanso eterno del alma. También se acostumbra desbastar los trajes para que en caso de necesidad el alma se de cuenta que habita en la dimensión de la ausencia.


PREPARADOS PARA EL VIAJE
Recuerda el maestro Víctor Delfín que de niño advirtió que a lo inevitable no hay que quitarle el cuerpo “que de todos modos somos finitos, que la Parca puede aparecer en cualquier momento, y que es mejor tener el cajón, el envase o el estuche listo con antelación. Fue eso lo que hizo un vecino de Bellavista (Bajo Piura) que entre los horcones de la humilde morada como un peje envuelto en papel de bolsa estaba un catafalco adquirido en vida por su dueño para cuando llegara el momento. En la vida decía el propietario del catafalco hay que estar preparados para todo. Además el sólo mirarlo me recuerda que para morir hemos nacido. Entretanto gozaba de buena y se divertía gozoso.

TIPOLOGIA DE LA MUERTE
López Aranguren (1909-1966) en su tipología de la muerte sostiene que hay una muerte eludible que nos recuerda que la muerte es lo contrario de la vida. La paraliza y la extingue. La muerte acaba con la vanidad de las pretensiones humanas. La muerte no puede ser eliminada de nuestra existencia. Lo que eliminamos temporalmente es la preocupación por la muerte. Muy piurano es por eso el imaginar el entierro y adquirir el metro y medio de tierra o el nicho cerca de un amigo para descansar plácidamente.

Los jóvenes reprimen el pensamiento de la muerte viviendo el momento con desenfreno. Aunque hoy la vida se prolonga con procedimientos científicos y tecnológicos. En muchos de nosotros subyace el temor al envejecimiento que no es otra cosa que el temor a la muerte. Hoy también se ha puesto de moda la cosmética funeraria que embellece los cuerpos para aparentar una sensación inasible de vida.Epicuro (341 AC.-270 AC), filósofo griego nacido en la isla de Samos decía: “yo y la muerte somos incompatibles. Cuando la muerte venga a mí, yo no estaré ya; y mientras yo viva, la muerte no está en mí”.

Otra es la muerte muerte apropiada: Es la muerte aceptada pues desde que nacemos estamos muriendo. La muerte es asumida con angustia como pre-ocupación, la anticipación del final. Muerte absurda es la que no tiene racionalmente sentido, la muerte inasimilable de una criatura con una enorme potencialidad de ser. Muerte negada: Es la mentira piadosa del médico que ofrece la mejoría, dando falsas esperanzas al moribundo. Esta muerte va acompañada de procedimientos que provocan la enajenación póstuma para atontar y adormecer al enfermo a la hora de morir.

En la tradición piurana, muy cristiana, se preparaba al moribundo para bien morir. Hoy se hace lo contrario. La muerte piurana no es a muerte en hospital o en la soledad de un asilo. Es una muerte humanizada en donde el moribundo rodeado de los suyos parte en agonía sosegada con el pensamiento puesto en el consuelo de la resurrección. Muerte buscada: No es un acto personal sino el último de los actos humanos. Lo cierto es que como dice San Pablo: Morimos ante Dios y hacia Dios. Sólo así la muerte tiene sentido. La muerte acaba definitivamente con nuestro proyecto de felicidad. Nadamos entre el absurdo y el misterio. Un piurano convicto sabe que la muerte es como un cambio de piel sino que ante los ojos de Dios.

No hay comentarios: