Una página que reune los artículos periodísticos de Miguel Godos Curay. Siempre con una lectura polémica, fresca y deslumbrante de la realidad.
domingo, 28 de junio de 2009
¿QUE ES LA UNIVERSIDAD?
Por Miguel Godos Curay
La universidad es todo lo que no es. No es repartija ni baratija. La universidad es un antídoto contra la insipiencia y la ignorancia. La universidad es cultura viva, no es cultura boba. La universidad pública no se mueve por el interés personal sino por el interés colectivo y pertenece al bien común y a la sociedad. La universidad muestra caminos de éxito y no maquilla las cuentas de su fracaso. La universidad es transparente y se sustenta en la diversidad plural y democrática. La universidad es honrada y cuando no lo es su dignidad es pisoteada. La universidad es transparente. Si se presenta turbia y opaca en el mal hacer y en el escándalo sólo destaca.
La universidad es solidaria. No se contenta con mirar sino con hacer buscando la solución de los problemas urgentes de la sociedad. La universidad no se esconde sino da la cara con sinceridad. La universidad ama la libertad y la honradez es su virtud primera. La universidad de acuerdo al precepto constitucional reconoce la libertad de opinión y de conciencia y no persigue a nadie por razón de sus ideas. La universidad reafirma y no conculca el derecho a tener y expresar los propios pensamientos. Si la universidad es libre expresión de las ideas le es consustancial la crítica no el sometimiento. Sostiene con claridad Paulo Freire: “Es precisamente la crítica la nota fundamental de la mentalidad democrática. Cuanto más crítico un grupo humano, tanto más democrático y permeable es”.
La universidad es libertad no es inmoralidad. La ética y la moral son sus soportes frente al autoritarismo abusivo e injusto. Corresponde a quienes la dirigen rectitud y probidad, el respeto para sus estudiantes y a toda la sociedad. La mentira, la manipulación y el maquiavelismo le son impropios. La universidad es lealtad, decoro y dignidad. La universidad es un derecho social. Un deber primordial del Estado que hace posible la pluralidad de concordancias. La universidad preserva los valores sin desfigurarlos. La universidad es el escenario propicio para los disidentes y estudiantes contestatarios. No para los áulicos, los conformistas, los vende conciencias y los innecesarios.
La universidad integra y revaloriza, no homogeniza despistando la pluralidad de opiniones. La universidad es identidad y mirada propia en la vida de los pueblos. Su vientre inagotable es causa viva de regionalismo y nacionalidad. En la universidad no hay lugar para el extravío y la perversidad. La universidad no es un casino mafioso para la falsedad. En la universidad como señala Simone Weil : “La necesidad de verdad es la más sagrada de todas”. La sociedad alimenta a sus hijos para conjurar el error y los envía a la universidad para que se formen y no para que se deformen. Como recalca Freire. “La formación es un acto de amor, por tanto un acto de valor. No puede temer al debate, el análisis de la realidad; no puede huir de la discusión creadora, bajo pena de ser una farsa”.
El desafío de la universidad es el pensamiento crítico no el conformismo acomodaticio. La universidad es una fuente de humanismo y abre caminos para la comprensión universal. La universidad une el ser, el aprehender a aprender conocimiento, el hacer y el convivir. Esta fórmula establecida por la UNESCO no puede cumplirse a medias sin riesgo de convertirse en un enunciado vacío. La universidad amplía el conocimiento y se nutre con la ciencia para abrir la conciencia. La esencia del conocimiento está en la calidad y no en la cantidad. De este modo la universidad responde a las necesidades prioritarias de su región y de su país. La universidad actualiza valores universales que son patrimonio de cada persona humana. Toda universidad es como un faro que guía en los mares tenebrosos del desconocimiento. Cuando su luz se extingue la orfandad se cierne sobre los pueblos que reclaman su luz visible.
Tener una universidad fiel a sus principios es una felicidad pública porque participa en la consecución del bien común. La certeza entonces es una incondicional adhesión a la verdad y a los principios. Una búsqueda que penetra en las raíces profundas y se proyecta en el esclarecimiento de los hombres. La universidad busca el saber sabroso porque sabio, por sus raíces etimológicas significa “el que degusta”. Tal como advierte Roland Barthes ser sabio no es tener acumulados conocimientos en grado superlativo: es haber desarrollado la capacidad erótica de sentir gusto por la vida. Lo demás. La conducta impropia es mal gusto. Grosería inmoral. Cuando no veneno intelectual. Una moneda falsa. Una mentira con apariencia con verdad. Un espejismo de universidad.
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