domingo, 7 de junio de 2009

LA INFLAMADA HOGUERA


Por: Miguel Godos Curay

Un campo inexplorado de las comunicaciones es el tratamiento semiológico de los flujos de información que se generan después de los conflictos. Una simple lectura nos puede revelar interesantes informaciones sobre su origen, su inconfesado propósito y los rangos de verdad o mentira que encierran. La información que fluye en Internet en torno al conflicto entre el Estado peruano y las comunidades nativas no es neutra. Existe una grosera manipulación que busca exagerar estadísticamente el número de muertos los que no aparecen por ninguna parte y ocultar deliberadamente información referida a los efectivos policiales victimados. El objetivo presentar los crímenes de los nativos amazónicos como exóticas reacciones de comunidades sometidas a una desigual agresión del Estado peruano.

La violencia venga de donde venga no tiene justificación. Las tentativas de influencia están a la orden del día. Una estrategia de decepción que deforma el rol del Estado a la que se suma la exposición mediática de grupos de interés. Desde las primeras horas del choque violento del 5 de junio se puso en movimiento a través de Internet un flujo continuado de mensajes con el objetivo político de descalificar al gobierno y al TLC con los Estados Unidos. Los ataques de desinformación, la exageración en los daños, las confusiones y coincidencias técnicamente urdidas exacerban los conflictos. Advierto que no asumo la defensa del Estado peruano cuyas omisiones son inexcusables.

Las informaciones vertidas dan cuenta de muchos muertos y desaparecidos y pese a la intervención de instituciones como la Defensoría del Pueblo, la Cruz Roja y la propia iglesia las víctimas no aparecen por ningún lado. En comunicación social, este manejo de la información, responde a una estrategia de desinformación, técnica creada por Goebbels, el ministro de propaganda nazi que buscar exagerar las consecuencias del conflicto y establecer como pauta de acción la primacía de los riesgos relativos. Así los policías que representan el orden y el Estado son presentados como expresión de la violencia brutal y los crímenes perpetrados por los nativos como una justificada reacción natural.

El propósito final es la decepción y la exacerbación de la opinión pública sobre la base de la incapacidad del ciudadano común y corriente por buscar fuentes de información alternativa y realizar un contraste y verificación de las informaciones recibidas. La construcción de la credibilidad requiere por ello -para el propagandista- de maquiavélicos ejercicios capaces de presentar a la propia verdad como información falsa. En resumen las mentiras son útiles cuando no pueden ser desmentidas. Y como tal se reproducen en un flujo incontrolable de información manipulada.

A ello podemos añadir los rumores que se divulgan por la red en boca de líderes prestigiados. Todo rumor siempre contiene algo verdadero lo que sucede es que se trata de información sesgada y con un objetivo político muy claro. Los rumores proceden siempre de fuentes no oficiales que no se pueden fácilmente identificar. Sin embargo, resulta sintomático que todos aquellos que perciben los rumores nos tengan los suficientes reflejos para comprobarlos. Una vez creado el rumor, saben los propagandistas, que su efecto corrosivo es ilimitado.

Las estrategias de propaganda tal como las diseñó Goebbels buscan la excitación de masas desinformadas con mayor capacidad para la emoción desbordada que para la razón fundada. Es así que producido un conflicto y vertidos los rumores el hambre de información crece espectacularmente. Y para ello se recurre a la información que enviada al exterior rebota como reacción e indignación. Para muchos la información que viene del extranjero tiene aún mayor credibilidad. Otras ocasiones se utilizan acontecimientos fabricados para reforzar la indignación y la rabia.

Una forma de detectar estos manejos es el etiquetado de los protagonistas de tal manera que puedan ser polarizados con consignas distintivas. Utilizados estos medios la ansiedad empieza a movilizarse sola provocando reacción y rabia. Frente a este insólito panorama no queda sino cubrir los vacíos de la desinformación con información verificable. Los conflictos no se producen aisladamente. Tienen lo que los economistas denominan externalidades o costos para el país, la región y las propias comunidades que el Estado tiene que asumir y enfrentar. Económicamente las pérdidas son cuantiosas. En el plano social y político el Perú en el escenario mundial es visto como una república bananera en la que los logros y progresos son como un hipo efímero. En el Perú del siglo XXI conviven la civlización y la barbarie.

De ahí la necesidad de acabar con la ausencia histórica del Estado. Los conflictos requieren también para su solución la vigencia de la justicia y el respeto de la ley. Lo que menos se debe hacer es declaraciones simplistas de paz para la foto que en realidad no suprimen las causas de la conflictividad. No se trata solamente de acabar con los orígenes de los agravios sino de realizar esfuerzos efectivos de prevención de conflictos futuros. Un conflicto requiere de mecanismos de prevención operativa para la acción inmediata los que en el actual escenario son ejercicios dubitativos y temerosos por la actitud de un Congreso irresponsable muy dado al escándalo y a la espectacularidad. Otra es la prevención estructural que combina lecturas de arriba abajo y de abajo hacia arriba de las raíces del conflicto que permiten abordar con realismo y objetividad sus consecuencias inmediatas punto de partida para una urgente reconciliación.

El Perú no puede continuar en el desangramiento inútil, en la violencia callejera intestina y destructora, en la descalificación de sus instituciones viviendo en la ley de la jungla. Dando oídos a una prensa que exagera los acontecimientos fomentando el escarnio y el menosprecio de las fuerzas del orden. Nos hemos olvidado que los policías muertos ofrendaron su vida en defensa del sistema democrático y que el Perú indígena sigue siendo el rostro miserable y desvalido de peruanos que habitan tierras inhóspitas , olvidados históricamente, sin agua, sin energía, sin acceso a la salud la dignidad y el decoro. Tópicos suficientes para escribir una historia de profundas contradicciones en donde el canibalismo político busca convertir en una piñata al Estado y en donde se calla en todos los idiomas el origen de los dólares que financian el inflamable combustible de esta indeseable hoguera.

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