Roque Eduardo Carrión Wam (Lima, Perú 1942- Valencia, Venezuela 2024.
Por:
Miguel Godos Curay
Siempre
fue ameno y grato conversar con Roque Carrión Wam. Un jurista zahorí sumergido
en la filosofía del Derecho, la lógica jurídica y los fundamentos filosóficos
de los Derechos Humanos. Un acopio de su producción jurídica es el rescate de
un esfuerzo vigoroso de estudios de derecho. Sanmarquino hasta el tuétano como
Miguel Maticorena. Fue profesor en la UNMSM y en la Universidad de Carabobo en
Valencia (Venezuela). Bibliófilo empedernido, apasionado del tópico piurano
atesoraba en su biblioteca ejemplares irrepetibles y desconocidos. Al recorrer
la ciudad repetía: “Piura tiene los mismos huecos y calles estrechas de hace
medio siglo”. Roque fue testigo de mis personales esfuerzos para designar con
los nombres de los Doctores Honoris Causa piuranos Marco Martos y Miguel Gutiérrez a dos pabellones
de las aulas recientes en la UNP. Ahí están. En algún momento se deslizó la
posibilidad de depositar las cenizas de Miguel Gutiérrez junto a los frondosos
y sarmentosos algarrobos frente a la Biblioteca Central del Campus de la UNP.
Lastimosamente esos seis añejos algarrobos registrados en la escritura de doña
Albina Vignolo y sucesión en la
compraventa de la ex hacienda Miraflores
por la UNP fueron talados impunemente. Ahí están los muñones en pie de ese
ritual salvaje y negligente.
Roque,
esperaba de las universidades de Piura la producción bibliográfica y científica
reciente. Pues los frutos de la inteligencia son tan exquisitos como los
mangos. Saben mejor cuando están maduros y hay que sazonarlos con sal, como
acostumbran los churres, cuando están verdes. Las vocingleras mangueras
anunciaban ayer a viva voz las delicias de Chulucanas. En la Piura de ayer se
saboreaban gofios, acuñas, maíz tostado molido y azucarado llamado “mashca”.En
ocasiones especiales bocadillos, alfeñiques, membrillos, colasiones y
calaveras. Las pequeñas industrias familiares surcaban los callejones al norte
en la tradicional mangachería y al sur de la ciudad. Hoy las mangueras
pudorosas están ausentes, las que quedan
son las armas de batalla de la Compañía de Bomberos que ni el Municipio, ni el
Gobierno Regional quieren reponer.
Uno
de sus fervores premonitorios fue el rescate de la memoria gráfica de Piura en
base a la valiosa colección fotográfica de don Arturo Davies Guaylupo. “Existen
datos concretos, reales para hacer de Piura un Centro literario, un centro
turístico, una historia fotográfica de Piura, de propiedad de Arturo Davies
Guaylupo. Creo que Piura tiene un tesoro cultural por explotar y organizar. Quiero
proponer la creación de una fundación de la literatura piurana considerando que
se tienen dos escritores que han escrito sobre Piura como Mario Vargas Llosa
Premio Nobel de la Literatura 2010 y Miguel Gutiérrez Correa”.
Una
noche de pastas, amigos y recuerdos junto
con Miguel Gutiérrez convocada por Roque en el jirón Cusco fue un itinerario
vehemente por la Piura de antaño. Un hato de recuerdos personales de personajes de
novela. Las habilidades adivinatorias de la alumna Alfageme, los secretos
culinarios del cocinero Gilberto y de personajes apasionantes del linaje de los
Seminario. O esa montonera llamada Rosa
Ruidías que se prendó y disputó en afrenta a balazos el afecto de la flor más
hermosa de Pambarumbe. Miguel tenía entre manos convertir en producción televisiva Hombres de Caminos y
esa historia de amor sazonada con pólvora en la sierra piurana. El tema contaba
ya con la aprobación de Michelle
Alexander guionista y directora de televisión. Esa memorable noche fue la
última que tuvimos con Miguel y Roque Carrión.
Una
de las propuestas a las universidades existentes en Piura fue la de publicar las
fotografías de Arturo Davies Guaylupo, con esta iniciativa se inicia esta
fundación. Además estamos abrumados de admiración porque en esta tierra hay 67
poetisas que publican su producción poética por amor al arte es un fenómeno
interesante de estudiar y de investigar. También propuso una edición histórico crítica de «La violencia
del tiempo» de Miguel Gutiérrez. “Sino
rescatamos nuestros valores no podemos tener
identidad cultural, de ahí la importancia de esta tarea y trabajo, hay
que tener un programa de investigación sobre literatura norteña”, expresó.
Refiriéndose
a Miguel Gutiérrez, amigo de la infancia
y el mundo colegial indicó “es un historiador del Perú”. Pocos conocen que su
novela de novelas: “La violencia del tiempo” es una vivencia desnuda de los
problemas de Piura. Así mismo, recordó que siendo jóvenes Miguel le confesó: “yo comencé
mi visión de la novela con Crimen y Castigo de Dostoievski, les recomiendo leer
esta novela para saber cómo y por qué Gutiérrez asume esa perspectiva como
novelista, de allí que “La violencia del tiempo” es una novela de tragedia, es
una exploración novelística sobre los enigmas, las formas de conciencia y los
modos de ser de una determinada familia de origen popular, pero que resultan
inexplicables, si se desligan del contexto mayor de la sociedad peruana”
“Porque después de navegar aguas arriba del
tiempo, se llega a comprender que la historia de los Villar -que son los
personajes centrales de la novela- reproducen a nivel familiar el complejo
drama de la historia entera del país, así
la herida y agravio padecido por los Villar con sus secuelas de rencor y odio revelan una
forma de ser de las familias y los hombres del Perú, eso es importante tener en
cuenta porque es como si leyéramos a un historiador del Perú”.
Aquella
noche memorable el Rector le entregó la Resolución Rectoral Nº 1783–R-2022 del
27 de setiembre de 2022 así como la
medalla de la UNP y diploma, en
reconocimiento a su trayectoria profesional y académica como abogado, y
filósofo del Derecho con estudios en la Universidad Nacional Mayor de San
Marcos, y especializados en el École des Hautes Études en Sciences Sociales,
París.
La
noticia de su ausencia y súbita partida nos conmueve y estremece. Un ciudadano
tan lleno de detalles, metódico y cuidadoso en la dieta de pronto, sin decir
nada, partió. Las ausencias repentinas siempre dejan un insondable vacío.
Nuestro pesar a Pepita, su hermana, a su numerosa legión de amigos. Hace poco se fue doña Irene, su madre, una matriarca amorosa y solemne en sus
decisiones. Es un recuerdo vivo y patente. Una humanidad sorprendente en su
morada de la avenida Grau. Más de un siglo de existencia. Aún recuerdo a Roque
de bigotes recortados, con saco y corbata. Señor de tirantes de los que poco se ven pero que son necesarios
cuando se afloja el cinturón por el paso de los años. Perfumado de lavanda.
Todo un señor de gustos exquisitos en el comedor del Centro Piurano o algún
otro rincón de sabores deliciosos. Dicen que al momento de la despedida le
cantaron bardos de Valencia “La Flor de
la Canela” de Chabuca Granda, su canción favorita: “Déjame que te cuente, limeño /Déjame que te diga la gloria/ Del ensueño
que evoca la memoria...”. Adiós Roque…nos volveremos a reencontrar a la vuelta
de la esquina.
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