Buen periodista, zahorí memorioso hurgando en el pasado. Por su curiosidad genealógica me encargó los apuntes de Chabela Ramos sobre los Seminario de Piura y mandó a recoger en plena pandemia las copias del texto por un leal y robusto jardinero. Siempre con un fino sentido del humor. Oportuno en el detalle. Gracias a él incursioné como reportero de calle en el noticiero Hechos y en América Televisión. Rolando y Luchy acariciaron su vocación por la tinta en la redacción de Correo. Gracias al incondicional afecto de Renán Estrada vivimos un fecundo ejercicio del periodismo. Con Segundo Infante y un buen café retinto, la conversación se tornaba interminable. A Rolando le apasionaba el periodismo con garra otras ocasiones era estratega de misiones imposibles en la caza de primicias.
El año pasado me envió de sus archivos personales mis reportes para América Televisión del robo del siglo en Piura y otras primicias registradas en las inundaciones de 1982. Estuvimos en primera fila y los registros sirvieron para mover la solidaridad del mundo. Rolando fue el protagonista principal de esta proeza. Se registraron en video las escenas de esos momentos duros recorriendo, entre el lodo y enormes lagunas, los arrasados barrios pobres de La Arena. Los churres refugiados entre dunas. Madres insomnes paraban las ollas con la ayuda aún escasa. Mostrar al mundo la destrucción de los logros de una región que asomaba al progreso y la prosperidad fue una calamidad enorme.
Siempre puntilloso sin llegar a la mordacidad fue un entrevistador con la agudeza en la punta de la lengua en el set de América. La sal y pimienta de las contiendas electorales. Un estratega de coberturas informativas durante la visita de Juan Pablo II a Piura, él dirigió el equipo para la cobertura periodística extraordinaria de la visita de su santidad. En Correo, en cuya dirección estuvieron el cronista de esta nota, Teddy Montúfar y Rolando, todos egresados de la Udep se hizo buen periodismo a decir de Carlos Soria. Periodismo sabroso como un seco de cabrito.
Con este nuevo impulso académico se abrieron las redacciones a jóvenes egresados de las aulas universitarias que compartían sus tareas con periodistas experimentados. El aula viva se replicó en Correo y El Tiempo. Y el periodismo piurano de pura cepa fue acogido en diarios como La Industria de Chiclayo, Trujillo y Chimbote. También en capitalinos como El Comercio, La República y Expreso. Rolando, ejerció la docencia en la Udep y ocasionalmente en los programas de titulación de Comunicación Social en la UNP junto con Luz María Helguero.
Siempre preciso, oportuno, inteligente y caustico con los demagogos en clase era muy ameno y sabía cautivar la atención de los oyentes. Una clase nutrida con buenos libros es buena por la información que vierte, pero un acontecimiento que pone en tensión y relieve la deontología y la ética frente al quehacer periodístico tiene un mayor peso específico por la experiencia que aporta y las lecciones que deja.
Rolando fue una insobornable pasión
por el periodismo y por su familia. Aún recuerdo a los Rodrich-Portugal en el
Departamento del edificio de Atlas en donde emprendida mi aventura por la
sierra de Piura los visité en un cálido ambiente de hogar y amena tertulia.
Luchy en sus menesteres académicos y Rolando en el periodismo de trinchera con
los dedos húmedos de tinta. Tras recibir la posta de Juan Silva Vidaurre en la Gerencia de América Televisión
emprendió genuinas mejoras en la televisión alentando la producción local.
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