Por:
Miguel Godos Curay
Anahí Baylon Albizú, una bibliotecaria que entregó lo mejor de sí a Piura |
Carmen
Checa de Silva disfrutaba de la
entrañable amistad de Anahí
Baylon. Carmen, desencantada de las
burocracias improductivas, valoraba ese
talante humano de una bibliotecaria plenamente convencida del rol fundamental
de las bibliotecas en los pueblos. Si hay un indicador eficiente de la buena gestión de un alcalde no está en
el cemento que siembre para acabar con las áreas verdes sino en el trato que
brinde a la biblioteca. No podemos olvidar las llamadas de Anahí a las redacciones cuando malos
alcaldes cerraban las bibliotecas y despedían
sin miramientos a los responsables de la atención. Aún recuerdo cuando en un villorrio de Paita cerraron la biblioteca y le quitaron
las llaves al bibliotecario por orden del alcalde. El colmo de los colmos. Hace
seis meses no le pagaban y si concurría era por ayudar a una demanda numerosa
de escolares y colegiales que tocaban la puerta de su casa.
Otras
ocasiones, como sucedió muchas veces en Piura, a la ínsula Barataria de la
biblioteca iban a parar los dirigentes sindicales como parte de una estrategia
de acoso y ablandamiento. Al frente de la Dirección de Cultura con Anahí en la
biblioteca encontramos soluciones creativas y de enorme sensibilidad humana. Los
sindicalistas municipales exiliados se
aplicaron a la digitación de las colecciones y actualización de catálogos.
Otros aprendieron a leer y a enuadernar.
Con tanto refugiado temporal se ampliaron los horarios y se mejoró la
atención. La disposición de Anahí para enseñar y descubrir las capacidades
humanas fue un atributo extraordinario. Muchos obreros de limpieza y voluntarias,
cuya movilidad y refrigerio era cubierto por la generosidad del personal, se hicieron bibliotecarios.
Uno
de sus experimentos fue la biblioteca con estantería abierta de tal modo que
los lectores sintieran la proximidad de los libros. En la mayor parte de las
bibliotecas escolares e institucionales los libros se encuentran prisioneros
bajo siete llaves y nadie los lee. Una buena biblioteca decorativa no cumple su
función cardinal. La de abrir la mente y las inteligencias al conocimiento y saber humano. Al saber
perenne. Nos reíamos a carcajada batiente
de los estantes con doble candado del que nadie conocía donde se
encontraba la llave. La tragedia cotidiana, los presupuestos diminutos para la
compra de libros o la inconsulta adquisición de ejemplares que finalmente no eran
los necesarios.
Anahí
fue el corazón del Centro Coordinador de
Bibliotecas cuyo mayor logro fue la Biblioteca Municipal de Tambogrande
establecimiento modelo. Gracias a su
entusiasmo fue posible en Piura el encuentro internacional de
Bibliotecarios con la presencia de Birgitta
Verdall Presidenta de la Federación Internacional de Asociaciones
de Bibliotecarios y Bibliotecas (IFLA). Organismo internacional que representa
los intereses de los servicios bibliotecarios y de información de sus usuarios.
En esta tarea se confundió con Carmen Checa de Silva y Bruno Revesz del CIPCA.
Los celos bibliotecarios capitalinos para que Lima fuera la sede se diluyeron
finalmente. Piura y sus instituciones demostraron que en esta
tierra se amaba los libros. De estas jornadas surgió como iniciativa la
construcción de la moderna Biblioteca Municipal de Piura a espaldas del Club
Grau. El esfuerzo por hacer realidad la nueva
biblioteca tuvo que enfrentarse a la
voracidad por el predio de los vecinos colindantes. Otros por la infeliz idea
de sentar que una biblioteca no sirve para ganar elecciones.
Por
mi memoria se refrescan numerosos recuerdos como aquel día en que puse en sus manos los infolios
originales del «Libro del Cabildo de la
Ciudad de San Miguel de Piura: años 1737 a 1748» editado en 1939 por Cia. de
Impresiones y Publicidad E. Bustamante y Ballivian. Es el documento más valioso
que preserva la Biblioteca Municipal Ignacio Escudero junto a libros de antiguas ediciones. Del celo de
Anahí dieron cuenta los profesores
Carlos Robles Rázuri y José H Estrada Morales. Asiduos concurrentes de la
biblioteca.
Una
de sus preocupaciones sensibles fue siempre la sala de niños y el buen trato a
las colecciones. La sustracción de ejemplares posteriormente vendidos a precio
de nada era una sensible preocupación. En muchas ocasiones compré libros en el
mercado para devolverlos a la biblioteca. Otros tenían páginas arrancadas de
cuajo y no faltaban los roba libros furtivos para engrosar como botín su colección particular nunca
leída. De conversación fluida y amena su
sentido del humor y del sabor de la vida no tenía límites. Amaba a sus hijos.
No olvido su ejercicio de la “psicología aplicada”, una palmada, para morigerar
inquietudes infantiles.
Su
sonrisa dejaba sin aliento a
cualquiera. Aún recuerdo cuando
visitando los servicios higiénicos me miró registrar cámara en mano las
inscripciones y denuestos escritos con
plumón y corrector sobre los impecables muros por malos lectores. Bestias hay
en todas partes. Y le advertí que lo mismo sucede en la universidad pública. En
las privadas no porque el aseo cuesta.
No puedo olvidarme de su afecto insobornable por perros y gatos. En otro momento inolvidable, canasta en mano, encontré a Anahí en una
conmovedora tarea. Muerto Juan Guerra Cruz su gato Ramsés se quedó en el que
fue su hogar anonadado por la ausencia y
el dolor felino. No se movió un instante junto al lecho de su amo y se mantuvo
en largo ayuno. Convocada Anahí le habló
con el lenguaje misterioso del afecto sincero y se dejó acariciar. El
gato angora, tras paciente dialogo, subió a la canasta y se marchó con la
solidaria amiga de su infortunio. Desconozco cuáles fueron sus palabras mágicas
para conjurar la tristeza y conducir al gato a su nuevo hogar. Ella le
habló. Anahí repartía su sueldo en
alimentos para canes y felinos.
Eventualmente en cigarrillos cuando fumaba. Amaba el aire libre. El fresco de
la mañana y la danza del viento en la tarde. Personalmente
me apasionan los perros, los tengo desde que tenía uso de razón. Me acompañan
en mis tareas menudas, en la lectura, en el juego. Duermen en la puerta de mi
cuarto y lo arañan para que no llegue
tarde. Son un reloj sin pila incomparable. Cuando los hijos se van perros y
gatos mantienen una invicta e insobornable lealtad.
Pensando
en ella fue que con la anuencia del alcalde José Aguilar se hizo el monumento a
la madre entre los algarrobos verdes de
la nueva biblioteca. La idea original
representaba a una madre campesina lactando a su crío con un libro abierto
entre sus manos. El seno nutre el cuerpo
y el libro la inteligencia. Esa era la idea original. Ahí está la
escultura en terracota de Víctor Delfín. El alma de Anahí recorre los jardines
frescos de este recinto que fue su hogar placentero. Profundo dolor le causó la
prematura muerte de uno de sus hijos. Sus amigos le organizaron una despedida
entrañable que estremeció las profundidades de la ternura humana. Y la sentí
madre plena, poesía, libro abierto, agua para la sed, semilla que brota de la
tierra
Argentina
como el Libertador San Martín hizo de la biblioteca el motor de valiosas iniciativas
con pocos recursos. Sembró bibliotecas y promovió la lectura. A la biblioteca
Ignacio Escudero llegué a los 16 siendo alumno de la Universidad de Piura ya
estaba Anahí. Cuando por iniciativa de los universitarios promotores de la
revista Nova expusimos nuestra iniciativa de crear el Centro de Estudios
Piuranistas que reunió a los intelectuales de Piura ella nos abrió las puertas
y nos acogió. Fui un asiduo lector. Al asumir la Dirección de Cultura y
Educación acudí, con frecuencia, a sus actividades de capacitación,
exposiciones y conferencias en el nuevo local. Ella acogió las iniciativas para
crear la Sala Vargas Llosa y el auditorio Miguel Maticorena Estrada. Con Bruno
Revesz y Laura Hurtado, Anahí hizo de las bibliotecas públicas, centros de
animación cultural vigorosos. Se detuvo
el cierre repentino, ese inaudito afán de convertir las salas de lectura en
depósitos municipales y almacenes atiborrados de la burocracia ociosa. Aunque
el mal persiste la reacción ciudadana opera hoy como un resorte patente de
reclamo.
Como
en el tango de Gardel : sus ojos se cerraron y el mundo sigue andando. Nos deja
una huella imborrable. El árbol frondoso
de una semilla sembrada en el corazón de todos los piuranos. A su familia
nuestra gratitud y la entereza de su camino trazado. Hagamos realidad sus
sueños de hacer de las bibliotecas un faro de las conciencias y no un refugio
de las tentaciones burocráticas. Las bibliotecas urgen de libros para que niños
y jóvenes, grandes y chicos, viejos y jóvenes se asomen a la lectura. Los tiempos son duros y de asombrosos cambios.
Leer es un deber humano para construir una sociedad libre y una ciudadanía
responsable tal como lo soñó Anahí Baylon. Una mujer que amó a los libros como
a sí mismo.
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