martes, 21 de abril de 2020

BUENOS DíAS TRISTEZA


Por: Miguel Godos Curay

Anahí Baylon Albizú, una  bibliotecaria que entregó lo mejor de sí a
Piura
Carmen Checa de Silva disfrutaba de la  entrañable amistad  de Anahí Baylon. Carmen,  desencantada de las burocracias improductivas,  valoraba ese talante humano de una bibliotecaria plenamente convencida del rol fundamental de las bibliotecas en los pueblos. Si hay un indicador eficiente  de la buena gestión de un alcalde no está en el cemento que siembre para acabar con las áreas verdes sino en el trato que brinde a la biblioteca. No podemos olvidar las llamadas  de Anahí a las redacciones cuando malos alcaldes cerraban las bibliotecas y despedían  sin miramientos a los responsables de la atención. Aún recuerdo  cuando en un villorrio  de Paita cerraron la biblioteca y le quitaron las llaves al bibliotecario por orden del alcalde. El colmo de los colmos. Hace seis meses no le pagaban y si concurría era por ayudar a una demanda numerosa de escolares y colegiales que tocaban la puerta de su casa.

Otras ocasiones, como sucedió muchas veces en Piura, a la ínsula Barataria de la biblioteca iban a parar los dirigentes sindicales como parte de una estrategia de acoso y ablandamiento. Al frente de la Dirección de Cultura con Anahí en la biblioteca encontramos soluciones creativas y de enorme sensibilidad humana. Los sindicalistas municipales  exiliados se aplicaron a la digitación de las colecciones y actualización de catálogos. Otros aprendieron a leer y a enuadernar.  Con tanto refugiado temporal se ampliaron los horarios y se mejoró la atención. La disposición de Anahí para enseñar y descubrir las capacidades humanas fue un atributo extraordinario. Muchos obreros de limpieza y voluntarias, cuya movilidad y refrigerio era cubierto por la generosidad  del personal, se hicieron bibliotecarios.

Uno de sus experimentos fue la biblioteca con estantería abierta de tal modo que los lectores sintieran la proximidad de los libros. En la mayor parte de las bibliotecas escolares e institucionales los libros se encuentran prisioneros bajo siete llaves y nadie los lee. Una buena biblioteca decorativa no cumple su función cardinal. La de abrir la mente y las inteligencias  al conocimiento y saber humano. Al saber perenne. Nos reíamos a carcajada batiente  de los estantes con doble candado del que nadie conocía donde se encontraba la llave. La tragedia cotidiana, los presupuestos diminutos para la compra de libros o la inconsulta adquisición de ejemplares que finalmente no eran los necesarios.

Anahí fue el corazón  del Centro Coordinador de Bibliotecas cuyo mayor logro fue la Biblioteca Municipal de Tambogrande establecimiento modelo.  Gracias  a su  entusiasmo fue posible en Piura el encuentro internacional de Bibliotecarios  con la presencia de Birgitta Verdall  Presidenta de   la Federación Internacional de Asociaciones de Bibliotecarios y Bibliotecas (IFLA). Organismo internacional que representa los intereses de los servicios bibliotecarios y de información de sus usuarios. En esta tarea se confundió con Carmen Checa de Silva y Bruno Revesz del CIPCA. Los celos bibliotecarios capitalinos para que Lima fuera la sede se diluyeron finalmente.  Piura  y sus instituciones demostraron que en esta tierra se amaba los libros. De estas jornadas surgió como iniciativa la construcción de la moderna Biblioteca Municipal de Piura a espaldas del Club Grau. El esfuerzo por hacer realidad  la nueva biblioteca  tuvo que enfrentarse a la voracidad por el predio de los vecinos colindantes. Otros por la infeliz idea de sentar que una biblioteca no sirve para ganar elecciones.

Por mi memoria se refrescan numerosos recuerdos como aquel día  en que puse en sus manos los infolios originales del  «Libro del Cabildo de la Ciudad de San Miguel de Piura: años 1737 a 1748» editado en 1939 por Cia. de Impresiones y Publicidad E. Bustamante y Ballivian. Es el documento más valioso que preserva la Biblioteca Municipal Ignacio Escudero junto a  libros de antiguas ediciones. Del celo de Anahí dieron cuenta  los profesores Carlos Robles Rázuri y José H Estrada Morales. Asiduos concurrentes de la biblioteca.

Una de sus preocupaciones sensibles fue siempre la sala de niños y el buen trato a las colecciones. La sustracción de ejemplares posteriormente vendidos a precio de nada era una sensible preocupación. En muchas ocasiones compré libros en el mercado para devolverlos a la biblioteca. Otros tenían páginas arrancadas de cuajo y no faltaban los roba libros furtivos para engrosar  como botín su colección particular nunca leída.  De conversación fluida y amena su sentido del humor y del sabor de la vida no tenía límites. Amaba a sus hijos. No olvido su ejercicio de la “psicología aplicada”, una palmada, para morigerar inquietudes infantiles.

Su sonrisa dejaba sin aliento  a cualquiera.  Aún recuerdo cuando visitando los servicios higiénicos me miró registrar cámara en mano las inscripciones  y denuestos escritos con plumón y corrector sobre los impecables muros por malos lectores. Bestias hay en todas partes. Y le advertí que lo mismo sucede en la universidad pública. En las privadas no  porque el aseo cuesta. No puedo olvidarme de su afecto insobornable por perros y gatos.  En otro momento inolvidable,  canasta en mano, encontré a Anahí en una conmovedora tarea. Muerto Juan Guerra Cruz su gato Ramsés se quedó en el que fue su hogar  anonadado por la ausencia y el dolor felino. No se movió un instante junto al lecho de su amo y se mantuvo en largo ayuno.  Convocada Anahí le habló con el  lenguaje misterioso  del afecto sincero y se dejó acariciar. El gato angora, tras paciente dialogo, subió a la canasta y se marchó con la solidaria amiga de su infortunio. Desconozco cuáles fueron sus palabras mágicas para conjurar la tristeza y conducir al gato a su nuevo hogar. Ella le habló.  Anahí repartía su sueldo en alimentos  para canes y felinos. Eventualmente en cigarrillos cuando fumaba. Amaba el aire libre. El fresco de la mañana y la danza del viento en la tarde. Personalmente me apasionan los perros, los tengo desde que tenía uso de razón. Me acompañan en mis tareas menudas, en la lectura, en el juego. Duermen en la puerta de mi cuarto y lo arañan  para que no llegue tarde. Son un reloj sin pila incomparable. Cuando los hijos se van perros y gatos mantienen una invicta e insobornable lealtad.

Pensando en ella fue que con la anuencia del alcalde José Aguilar se hizo el monumento a la madre   entre los algarrobos verdes de la nueva biblioteca.  La idea original representaba a una madre campesina lactando a su crío con un libro abierto entre sus manos. El seno nutre el cuerpo  y el libro la inteligencia. Esa era la idea original. Ahí está la escultura en terracota de Víctor Delfín. El alma de Anahí recorre los jardines frescos de este recinto que fue su hogar placentero. Profundo dolor le causó la prematura muerte de uno de sus hijos. Sus amigos le organizaron una despedida entrañable que estremeció las profundidades de la ternura humana. Y la sentí madre plena, poesía, libro abierto, agua para la sed, semilla que brota de la tierra

Argentina como el Libertador San Martín hizo de la biblioteca el motor de valiosas iniciativas con pocos recursos. Sembró bibliotecas y promovió la lectura. A la biblioteca Ignacio Escudero llegué a los 16 siendo alumno de la Universidad de Piura ya estaba Anahí. Cuando por iniciativa de los universitarios promotores de la revista Nova expusimos nuestra iniciativa de crear el Centro de Estudios Piuranistas que reunió a los intelectuales de Piura ella nos abrió las puertas y nos acogió. Fui un asiduo lector. Al asumir la Dirección de Cultura y Educación acudí,  con frecuencia,  a sus actividades de capacitación, exposiciones y conferencias en el nuevo local. Ella acogió las iniciativas para crear la Sala Vargas Llosa y el auditorio Miguel Maticorena Estrada. Con Bruno Revesz  y Laura Hurtado, Anahí  hizo de las bibliotecas públicas, centros de animación cultural vigorosos.  Se detuvo el cierre repentino, ese inaudito afán de convertir las salas de lectura en depósitos municipales y almacenes atiborrados de la burocracia ociosa. Aunque el mal persiste la reacción ciudadana opera hoy como un resorte patente de reclamo.

Como en el tango de Gardel : sus ojos se cerraron y el mundo sigue andando. Nos deja una huella imborrable.  El árbol frondoso de una semilla sembrada en el corazón de todos los piuranos. A su familia nuestra gratitud y la entereza de su camino trazado. Hagamos realidad sus sueños de hacer de las bibliotecas un faro de las conciencias y no un refugio de las tentaciones burocráticas. Las bibliotecas urgen de libros para que niños y jóvenes, grandes y chicos, viejos y jóvenes se asomen a la lectura.  Los tiempos son duros y de asombrosos cambios. Leer es un deber humano para construir una sociedad libre y una ciudadanía responsable tal como lo soñó Anahí Baylon. Una mujer que amó a los libros como a sí mismo.

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