Por:
Miguel Godos Curay
El
1 de octubre se conmemora el día del periodista peruano. La fecha nos
recuerda la aparición del Diario Curioso, Erudito, Económico y Comercial de
Lima el 1° de octubre de 1790 editado por Jaime Bausate y Mesa probable seudónimo de Francisco Antonio de
Cabello y Mesa. Según se tiene noticia fue catedrático de Historia Literaria
del Colegio Imperial de Madrid, editando por una temporada el Diario de Madrid. Según Porras Barrenechea. Es la época de la
Ilustración, España se inserta en este gran movimiento cultural europeo y lo traslada a
sus colonias. Se reforman las universidades y se sienten en las aulas los
vientos de la Enciclopedia. Es un momento inquietador e inquietante. Se lee clandestinamente
a Montesquieu y Voltaire. Las prédicas liberales corrían de boca a oreja.
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Poco a poco desaparece el oficio del vendedor de diarios, el canillita que acompañaba nuestro despertar.
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LA IRRUPCIÓN DEL CIBERPERIODISMO
El periodismo de proximidad de las
redacciones se ha revitalizado con el ciberperiodismo, Los cibermedios
irrumpieron en la década de los noventa del siglo XX ampliando la oferta
informativa de proximidad y abriendo la participación ciudadana. Los
cibermedios han ampliado las barreras de la proyección pública. No sólo nos
informamos de lo que acontece a nuestro alrededor y en el mundo. De pronto las
redacciones se despoblaron y los despachos informativos se deslocalizan gracias
a Internet. Las empresas informativas enfrentan una crisis sin precedentes, los
diarios impresos no funcionan hoy como medios publicitarios y las versiones
digitales de los diarios tradicionales, pagadas por suscripción, no encuentran
una eficaz respuesta de los lectores. La lectoría decrece todos los días.
Diarios y revistas han visto
debilitada su circulación a nivel mundial esto debe en buena cuenta a la
masificación de las redes sociales internet. Los contenidos se desplazan por
las redes a velocidad planetaria. Ni la aparición de la radio y la televisión
han afectado tanto la circulación de los periódicos como Internet. Los diarios
se han quedado sin los avisos clasificados que gota a gota eran un ingreso
cotidiano. Hoy cualquier aviso citadino doméstico, una defunción, la venta de
comida, productos de segundo uso y servicios de gasfitería, electricidad y
clases de matemáticas virtuales se ofertan por las redes sociales. Sin contar la
pornografía y la venta procaz de placer.
El cierre de los diarios, la mayor
parte de ellos propiedad de grupos empresariales es inminente. Las versiones
digitales por suscripción no generan los resultados esperados y la adicción de
algunos medios a la publicidad del gobierno muerde su credibilidad e
independencia. Ni las agrupaciones políticas radicales de izquierda confían en la
publicidad de sus tediosos avisos de reclamo en los diarios. Igual sucede con
las encuestas electorales pagadas que se publican en las redes. Nadie les cree.
Hoy cualquier avieso testigo de
acontecimientos dotado de un celular se convierte en reportero con
impredecibles resultados. Pues sus inusitados despachos se multiplican en
segundos en las redes. No escapan a esta
impredecible ola informativa los políticos, la delincuencia y otros
procedimientos perversos de atropello a la intimidad y dignidad humana. Todos
hemos sido testigos de los apocalípticos bombardeos de Ucrania, la guerra de
Israel y el atentado contra el candidato Trump. Lo mismo sucede con los incendios
forestales a nivel planetario o la denuncia de la pesca predatoria del calamar
gigante de los barcos factoría chinos en las costas del Perú.
Hace algunas horas
un guardacosta de la Armada Argentina después de advertir a un buque factoría
chino su presencia en mar territorial fue hundido por efectuar pesca prohibida.
En el Perú en donde el Ejecutivo proclama su regusto por el chaufa y la sopa
sazonada con glutamato. Una medida drástica como esta tiene sabor de chancay. Y
no pasa nada. Estas herramientas tecnológicas son empleadas también por
delincuentes para el uso criminal, chantaje y amenazas. Las medidas
restrictivas tal como aconteció tras el accidentado proceso electoral en
Venezuela y la sanción judicial en Brasil. No han dado resultado.
EL ORIGEN DE LA DESVERGUENZA
La irrupción tecnológica tiene como consecuencia la proliferación de
comunicadores no periodistas despojados de ética sumergidos en el anonimato. Eluden
su identidad en todo momento. Convierten en un chicle el uso correcto del
idioma. Perforan la intimidad personal a discreción y fabrican endebles
liderazgos de ineptos oportunistas con voracidad electoral. Conforman desvergonzadas
pandillas que emergen en el escenario
sin el respeto elemental a las personas y la tranquilidad pública.
Como describe Agustín de Hipona en
las Confesiones, en cierta ocasión, robo unas peras del árbol de un vecino, no
por sentir hambre o buscando obtener un beneficio del robo, sino para probar el
fruto. En aquel entonces formaba parte de una pandilla, según recuerda, y
después de satisfacerse mordisqueando la
cáscara y la pulpa de una de las peras las arrojó a los puercos. Y como nuevo
integrante de la pandilla, se sintió, según refiere, “avergonzado de no sentir
vergüenza”. Es lo que sucede con muchos
periodistas tentados por la obtención de beneficios de instituciones públicas y
privadas.
Aún recordamos cuando
un viejo amigo nos abrió su biblioteca para escoger y llevarme los libros que
me pudieran interesar y aliviar su mudanza hacia la capital. Tratándose de
ingeniería y construcción me detuve en algunos manuales de la Contraloría. Mi
atención se concentró en un robusto volumen empastado en cuerina. Al abrir sus
páginas descubrí que se trataba de viejas agendas bien escritas en las que constaban
los “pedidos” de jefes de redacción y redactores de diarios y conductores de
emisoras locales. Algunos con el recado escrito adjunto, otros con reclamos por
los beneficios de la competencia. Los petitorios daban cuenta de materiales de
construcción, volquetadas de piedra y arena, sanitarios, varillas de hierro y
otros pedidos entregados a solicitud de parte por favores periodísticos.
Por supuesto se
podían leer los nombres, en los que constaba día, fecha y hora de la entrega. Me consumió el asombro de los
pedidos de conocidos periodistas algunos ya difuntos. Incluso para celebrar el
día del periodista. A cambio ofertaban
la página de sociales sin ninguna limitación. Anecdóticamente, hay que
anotar que había pedidos expresos de omisión de eventos y actividades. Potentes
pedradas de la burguesía pedestre. Tras la lectura sentí vergüenza ajena. El
colmó se produjo más tarde en el ritual de homenaje a los periodistas en
donde escuché a uno de los beneficiarios,
decir a boca de jarro: “el trabajo del periodista es tan sagrado como el del
juez pues preserva la justicia y el bien común, o el del cura que guarda
celosamente los secretos de confesión y no revela nunca las fuentes o la del
maestro que enseña con lo que dice y hace o deje de hacer”. No tenía agua el
coco.
UN GENUINO TESORO DE BIBLIOTECA
Al preguntar a mi amigo
sobre este valioso tesoro de biblioteca me respondió: “Es la salvaguarda de mi
vínculo con la prensa durante la gestión”. Una especie de recetario doméstico con
mucha mermelada. Legiones de periodistas y comunicadores comentan en todo
momento su ejercicio profesional y distinguen con claridad entre los colegas
“honestos” y “zanahorias y los “mermeleros”. Algo así como los mangos podridos
del cajón. El mermelero no sirve con desinterés al bien común. Se sirve de su
labor y saca provecho. Todo lo convierte en billete, desliza indiscretas
facturas por servicios periodísticos en instituciones públicas y privadas. Simulan
servicios publicitarios cuyo pago no ingresa a la caja de la empresa en la que
trabajan. Va directo a sus bolsillos. El ingreso de acuerdo a los portales de transparencia
suma de modo intolerable. Es una forma de vida muelle pero altamente rentable
pero al borde de la ética y deontología.
Otras ocasiones utilizan testaferros
para disfrazar de honestidad sus
negociados. Sutilezas degenerativas de esta mala práctica son los chantajes de
todo tipo utilizando los formatos de la Sunat.
La relación de mermeleros es numerosa y las mordidas de todo calibre.
Muchos exhiben sin ambages su eventual fortuna. Sus logros inmobiliarios, su
parque automotor, sus afortunados viajes placenteros, fotos indiscretas
testimonios de sus vínculos indeseables y las múltiples caras de la indecencia.
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Diez días que conmovieron al mundo un clásico del priodismo de John Reed |
De los tiempos de la
composición en caliente con plomo hirviendo y el linotipo. Aún recuerdo la
vieja historia del teniente gobernador denunciado por filiar ganado robado por
abigeos. La denuncia publicada era un verdadero terremoto en la Prefectura en
donde el solícito secretario le recomendó al agraviado: “vaya al diario y
arregle inmediatamente con plata en el bolsillo”. Para cumplir esta diligencia
recomendó a conocidos redactores del
tabloide de su confianza. La autoridad no tenía dinero para el arreglo por lo
que optó por llevar un hermoso gallo
para “pagar” su aclaración. Sin embargo,
tras comprar durante tres días el diario no se publicó ningún desmentido. Por
este motivo fue a reclamar le devolvieran su gallo. El redactor de marras que
lo atendió le dijo: “aquí señor también se paga para que no salgan
aclaraciones”.
Piura tiene tres diarios. La
Hora, Correo y el quincenario El Tiempo. Los redactores pueden contarse con los
dedos. Sumemos a los conductores de noticieros en radio y emisiones en
televisión de escasa sintonía. Sin embargo, las legiones de periodistas son
numerosas. Tienen más cargadores y sahumadores que la cofradía del Señor de los
Milagros. Muchos de los egresados de las Escuelas de Comunicaciones acaban
especializándose en relaciones comunitarias,
resolución de conflictos, relaciones institucionales, comercio digital, turismo
y comunicación corporativa.
Otros incursionan en comunicación institucional, consultoría en
comunicación a eventuales candidatos, educación y docencia universitaria. Son
contados los que ejercen el periodismo y redactan de manera impecable. Pocos los
que incursionan en la producción editorial en publicaciones impresas o
digitales. Reporteros hay muy buenos pero necesitan curtirse en la realidad.
Los que incursionaron en radio con procesos judiciales ganados esperan qué
poder embargar a la empresa que los contrató.
PRÁCTICAS PROFESIONALES EN EMPRESAS INFORMALES
Los practicantes sufren la
inexistencia de empresas que puedan pagarles siquiera la movilidad para poder
cubrir el traslado en su cobertura informativa. Casi la totalidad de las
empresas incumplen la normativa y obligaciones de los dispositivos del
Ministerio de Trabajo sobre prácticas lo que tampoco exigen las universidades
donde se forman. Contamos con los dedos de la mano a los comunicadores serios
que leen y escriben. Otros viven persuadidos que esta tarea cotidiana es un oficio de difuntos. No de comunicadores
con las neuronas vivas capaces de pensar, entender y expresarse de modo
coherente.
Muchos me han preguntado
hasta la saciedad: ¿Por qué la democracia es un ingrediente imprescindible de
las sociedades libres? No sabían que responderse. Otros, la mayoría, recurren a
la IA para realizar las tareas del cuadro de comisiones. Respecto al autor de
Diez días que estremecieron al mundo, periodista John Reed (1887-1920) no
sabían nada debido a su formación despojada de cultura, historia y periodismo. Me
dijeron que no veían películas de
Cowboys. Así estamos desolados.
El Diccionario de la Real
Academia Española, que pocos consultan, ofrece dos acepciones del sustantivo:
la primera, dice al tenor: “periodista es la persona que compone, escribe o
edita un periódico” la segunda plenamente consciente, dice: “periodista es
la persona que, profesionalmente, prepara o presenta las noticias en un
periódico o en otro medio de difusión”.
Una característica esencial de su ejercicio profesional es la responsabilidad pública.
Trabaja cara al público en favor del bien común. Antes subordinado al mandato
del propietario cuyos intereses defendía.
Según el profesor Carlos
Soria, entre los siglos XIX y XX, se producen tres factores que van a tener
impacto sobre la profesión periodística: 1) el nacimiento de la empresa
periodística (técnico); 2) atención del derecho a las actividades profesionales del
periodista (jurídico) y 3) la preocupación del poder por controlar a los
informadores profesionales (político). El periodista está al servicio de los
intereses públicos y de la democracia. No está al servicio del poder, Por eso mantiene
una posición firme frente a los abusos de poder, presiones, irregularidades de todo
tipo, inmoralidad, incompetencia, corrupciones públicas incluyendo las de los propios periodistas.
Por ello, requiere de medios
veraces e independientes. Es preciso, anteponer el interés ciudadano a los
intereses económicos. El ciudadano es el titular del derecho a la información y
el periodista es un servidor de este derecho que corresponde a cada persona,
derecho que se torna ineficaz cuando los periodistas no cumplen su labor. Así lo
enuncia la Declaración Universal de los Derechos del Hombre (1948). El
periodista, por eso, no puede sustraerse de la función pública de informar.
Advierte el profesor Desantes: "No es legítimo no informar utilizando cualquier
argumento, le guste o no le guste, le interese o no le interese a él o a su
empresa informativa. Hay una delegación tácita del público en el cumplimiento
del derecho a la información. Y cuando el poder público pone impedimentos a la
circulación de información legítima y necesaria está impidiendo que los ciudadanos
ejercitan su derecho a la información". Esta responsabilidad es de obligado
cumplimiento tanto en las instituciones públicas y en las privadas. Por eso
es injustificada la decisión delegatoria, una función indelegable del
Ejecutivo. La de informar al país de sus logros, fracasos y desventuras. El
muñeco del ventrílocuo, improvisa mucho, despierta la risa y el desencanto. El triste papel del
impostor.