domingo, 29 de mayo de 2011

LOS UNOS Y LOS OTROS


Por: Miguel Godos Curay

Hay piuranos que de puro fervor y devoción llenan las iglesias. Otros se refugian en las playas y les importa un bledo la oración. Unos oran, otros se divierten. Unos se arrepienten, otros pecan. Unos imploran perdón, otros, se destornillan en el vacilón. Unos creen, otros no creen. Unos huyen de Dios. Otros lo buscan con pasión. Unos, arrinconan a Dios en una esquina. Otros, buscan en un rincón un minuto con Dios. A unos les duele el corazón a los otros les duele el hígado del alcohol y la indigestión. Unos fatigados de tanto caminar descansan plácidamente extenuados. Otros, a sobresaltos, despiertan sin poder conciliar el sueño reparador. Unos son sinceros, los otros son hipócritas. Unos amasan fortuna en la tierra. Otros conquistan el cielo. Unos son humildes, los otros, arrogantes. Unos viven pendientes de sí mismos, los otros, se olvidan de sí.

Unos van al mercado. Otros van al supermercado. Unos cuentan monedas otros tienen tarjeta. Unos ahorran, otros gastan. Unos piensan, otros, no tienen qué pensar. Unos presumen del blackberry, otros, con las justas usan teléfono público. Unos comen patas de pollo otros comen pollo broaster o a la brasa. Unos van en 4 X 4. Otros en combi y en mototaxi. Unos tienen perrito faldero con veterinario. Otros, perrito callejero y ordinario. Unos llaman a su perrito “Ricky” o “Dexter”. Los otros “Síncero” o “Capulì” Unos van al Metropolitano, sin jardines, otros, a los Jardines de la Resurrección. Unos usan zapatillas de marca. Otros no tienen marca de zapatillas. Unos nacen en clínica. Los otros en el Regional, el Reátegui o en “Clas”. Unos maman hasta los dos años, lo que preserva su inmunidad natural. Los otros biberón y leche maternizada. Unos acuden a colegios públicos, otros, a colegios privados. Unos, usan uniforme único, otros, quieren informe “único” distinto y excluyente. Unos toman leche evaporada, los otros, soya embotellada.

Unos comen camote, los otros, lo dan a su perro.
Unos tienen en demasía para vivir, otros, con las justas para subsistir. Unos leen, otros, no leen. A unos les gusta la música chicha. Otros, la detestan. Unos disfrutan subiendo y bajando escaleras eléctricas en los comercios. Otros buscan ofertas y precios. Unos compran tinka para consolar su infortunio. Otros, Lotería Lotus Internacional. Unos tienen laptop última generación. Otros, pagan un sol en la cabina de barrio. Unos comen mero, otros, caballa y anchoveta. Unos salen en las páginas sociales de los diarios. Los otros en los prontuarios. Unos viajan en Lan de itinerario. Los otros en bus de ruta a diario. Unos usan maleta con rueditas. Los otros “costalito”, “alforja” o caja de Leche Gloria.

Unos van al Estadio, otros, escuchan radio. Unos compran tierras, otros, invaden tierras. Unos tienen agua, los otros, cuentagotas. Unos compran CD originales, otros, CD piratas en el mercado. Unos ahorran en dólares. Los otros, algunos soles. Unos van a las Cajas Municipales, otros a los bancos. Unos van al gimnasio otro viven en ejercicio diario. Unos creen en su buena suerte, otros, compran sábila en el mercado. Unos usan aire acondicionado, otros, se cuidan del frío y de los vientos. Unos aspiran al Servicio Militar Obligatorio. Otros no sienten obligación de servir a la patria. Unos dividen el mundo entre blancos y cholos. Otros son producto del mestizaje. Unos cuentan chistes de cholitos. Otros cuentan chistes de blanquitos.

Unos no tienen cumpleaños los otros tienen hora loca. Unos desayunan patasca, frito y café retinto. Los otros sándwich y café descafeinado. Unos saltan soga a los otros los asaltan. Unos le encuentran utilidad a todo, los otros descartan aquello que no utilizan. Unos ahuyentan a los zancudos quemando “palo santo” los otros usan vape. Unas se acicalan en peluquería, las otras van al mercado. Unas disimulan sus canas con tintorería. Las otras se aceptan como son todo el día. Unas ocultan las arrugas, las otras, no tienen nada que ocultar. Unas van a la boutique exclusiva, las otras al Mercado de Telas. Unas usan zapatos de cuero de “zapatería”. Las otras sintéticos y sin altanería. Unas presumen del oro de 18 kilates de sus alhajas, las otras prefieren baratijas coloridas. Unas se maquillan las otras se muestran al natural. Unas se perfuman con Carolina Herrera, las otras con jabón Camay.

Unos levantan pesas en gimnasio los otros sacos de papas y arroz en el Mercado Central. Unos juegan a policías y ladrones, los otros, al hombre araña y pokemones. Unos lloran cuando caen para que los levanten. A los otros, nos los levanta nadie. Unos leen diarios de Lima. Otros, diarios chicha. Unos ven televisión digital por cable a colores, otros, usan televisor en blanco y negro. Unos beben agua de botella, otros embotellan el agua. Unos se embriagan con wisky etiqueta negra, otros, ron y cañazo. Unos beben cerveza, otros, chicha de Tabanco. Unos reparten, otros, comparten. Unos se llaman James, Willy o Mick o Steve, los otros: Prudencio, Celestino, Marcelino, Telmo, Isidro, Eleodoro, Próspero o Paulino como ordena el santoral de Bristol. Unos tienen, otros, no tienen. Unos, prefieren a Humala otros a Keiko Fujimori. Unos son pobres, los otros: indigentes morales.

domingo, 22 de mayo de 2011

EN BUSCA DEL TIEMPO PERDIDO


Por: Miguel Godos Curay

Un estudio, publicado recientemente por la revista “Language and Cognition” reveló el reciente hallazgo de una tribu amazónica que no tiene un concepto abstracto del tiempo. Se trata de la tribu Amondawa, la que según los expertos, carece de las estructuras lingüísticas que relacionan el tiempo y el espacio. Los amondawas reconocen eventos que ocurren en el tiempo, pero éste no existe como un concepto aparte. El lenguaje de los amondawas no tiene una palabra para designar el "tiempo" o para designar periodos temporales como “semana”, "mes" o "año". Así, en sus conversaciones, nunca se refieren a sus edades, sino que van asumiendo y mudando nombres a lo largo de sus vidas. A cada nuevo nombre corresponde una etapa de logro o éxito o también conforme a la mejora de su estatus dentro de su comunidad. Una circunstancia afortunada tiene su propio nombre. Los infortunios son etapas preteridas que no vale la pena recordar.

Los Amondawa, refiere la BBC, fueron contactados por primera vez por el mundo exterior en 1986, y ahora investigadores de la Universidad de Portsmouth, en el Reino Unido, y la Universidad Federal de Rondonia, en Brasil, empezaron a analizar la idea del tiempo en su lenguaje. El tema es sumamente reflexivo y provocador en tanto “tiempo” y “espacio” son las coordenadas de la historia. Hay quienes viven atados al lastre de su pasado y sumergidos en el hueco de su ayer como cangrejos de playa. Y no se atreven a mirar el presente ni el futuro. El tiempo fluye en un incontenible devenir como contemplaba Heráclito. Otra es la distinción formulada por Bergson (1859-1941) que distingue entre la duración del mundo de los cuerpos y el irreversible tiempo psicológico en la vida interior y espiritual de cada persona.

Los periodistas vivimos cara a cara con el tiempo y los hechos de los que damos cuenta se convierten más tarde en la argamasa y los ladrillos de la historia. Por supuesto, dependiendo de la integridad ética del periodista, estos ladrillos, pueden ser buenos o malos como los ladrillos de Chulucanas. Los buenos sirven para construir catedrales excelsas de verdad. Los malos se desploman en cualquier momento y se deshacen porque están corroídos por el salitre de la mentira ,fingimiento y falsedad.

Las vivas reflexiones de San Agustín sobre el tiempo le permitieron vislumbrar la eternidad de Dios. Para el Obispo de Hipona el tiempo no es el presente porque se convierte con inimaginable velocidad en pasado. El pasado “ya fue” dicen los jóvenes. Pero tampoco es el futuro que aún no llega. Estas reflexiones de café son sumamente profundas. Fernand Braudel, historiógrafo francés (1902-1985), tiene una certera visión del tiempo histórico. Hay tiempos de gran estabilidad que simulan el mar en calma, a los que denomina tiempos de estructuras. Pero hay tiempos en que el mar se encabrita y se producen olas, estos son los tiempos de coyuntura. La espuma, en la cresta de la ola, corresponde al tiempo de acontecimientos. Marc Bloch, sostiene que el tiempo es el plasma de la historia. Por eso, no resulta extraño que una reportera apasionada como Oriana Fallaci, confiese: “ser periodista es penetrar como una carcoma en la madera de la historia”. Y es que a todos los genuinos periodistas nos estremece esa angustiosa sensación de nos tener más ojos y más oídos para ser testigos del paso del tiempo y de ese escribir a diario capítulos de historia.

Indudablemente, la historia explica y ayuda a comprender mejor el pasado, para entender el presente proyectar el futuro. Para Giambattista Vico (1668-1744), un enjundioso abogado napolitanto, el tiempo da pie a un proceso. ”Corsi y ricorsi”, curso y recurso, flujo y reflujo. Vico como buen hombre de leyes asume la idea del tiempo histórico como un recurso idéntico al que se enerva en los procesos judiciales.

Las ciudades, tienen también su tiempo y se mueven conforme a la percepción que del tiempo tienen sus habitantes. En Piura aún el tiempo acontece lentamente. Nos movemos entre la carreta y la aparente modernidad. Mientras los piuranos de los poblados rurales duermen más porque ahora consumen televisión y gozan de los beneficios de la energía eléctrica. Los piuranos de los espacios urbanos tratan de sacarle mayor provecho. El tiempo piurano de la siesta está muriendo poco a poco gracias al impulso de nuevas actividades comerciales que facilitan la atención continuada todo el día. Las farmacias de turno son hoy un recuerdo de la abuela.
Un tema sensible en Piura es la percepción del tiempo sin hora precisa. Las categorías que se emplean son “la mañana”, la “mañanita”, “la tarde”, la tardecita”, “la noche” y “la nochecita”. Esa ausencia de reloj permite que el despiste y la impuntualidad se conviertan en una verdadera institución en Piura. Y que en la universidad salten como ranas algunos profesores que consideran que una hora de clase tiene “35 o 40 minutos”.

Hay tiempos de siembra y de cosecha. Hay tiempos de desesperación como el que provoca diariamente este caos llamado reconstrucción (¿?) de la ciudad. Al paso que vamos, amarrando la chiva y sin los ojos vigilantes que preserven la calidad de los trabajos realizados no podemos esperar que Piura mejore. Tenemos una ciudad que es una vergüenza. En donde los que gobiernan o no tienen tiempo o lo pierden irremediablemente. Ya pasaron los cien días de gestión y vendrán los próximos cien sin que dejemos de vivir entre aguas servidas, huecos y esa mortificación insoportable en la que se ha convertido transitar por el centro de la ciudad. Sin duda que Piura es propicio para el turismo arqueológico ese que exhibe miserias, humillación, indiferencia, negligencia y falta de decoro. ¿Hasta cuándo?. Cuando la historia se repite hay que ponerle fin. Y no olvidar que la instauración del respeto es una condición imprescindible para el bien común. En vano podemos predicar en las escuelas y en las universidades si nos desentendemos de la interpretación de nuestro rol de ciudadanos y personas en ese inmenso teatro de lo descarnadamente real que es Piura.
(Foto: Fernand Braudel 1902-1985)

domingo, 15 de mayo de 2011

LA CASA DE LAS MALETAS


Por: Miguel Godos Curay

La descalificación moral es el arma de los candidatos en contienda. Por ello se desacreditan recíprocamente. Unos acusan a los otros. Ambos son esclavos de sus palabras y dueños de sus silencios hasta que estos son perforados por la incursión furtiva en los entretelones de la propia intimidad. Ambos, tienen un pasado turbio y vergonzoso. Uno de los secretos guardados con siete llaves es el referido al financiamiento de las campañas. Nadie declara, en acatamiento de la verdad, la fuente de sus recursos. Por eso nos presentan cifras maquilladas por la cosmética de la mentira. Otro punto flojo son los planes de gobierno que no son planes de gobierno. Y el chato y brumoso perfil de estadistas que exhiben los contrincantes.

En el Perú la “maletería” es un deporte nacional. El “maletear” no es otra cosa que el arte de la demolición aplicado sin piedad sobre la vida del otro o la vida ajena. La “maleta”, el raje, el comentario mentiroso e interesado para descalificar a la personas empieza como un aparente e inocuo ejercicio de viejas chismosas y acaba como un deporte de ligas mayores a nivel nacional. Por supuesto, los “maleteros” profesionales necesitan de una mínima porción de verdad y muchos kilos de mentiras aderezadas que todo el mundo se traga sin ánimo de comprobar. De la mentira administrada no se salvan ni los beatos en camino a la canonización. Ni los santos están libres de los maleteros. No faltaron, por ejemplo, quienes, se obstinaron con Juan Pablo II mientras el mundo evocaba con devoción su trayectoria, otros se solazaban mostrando al desaparecido pontífice dando la comunión a Pinochet y le endilgaban adjetivos humanamente miserables.

Los maleteros abundan en la política, pero no es su escenario privativo, los hay en el mundo académico, en las redacciones de los diarios y en el mundillo vaporoso de las iglesias y los conventos. Es la afiebrada práctica de los rajones de café. Indudablemente que los maleteros profesionales. Tienen sus técnicas propias y las ponen a buen precio al servicio de causas imposibles. Algunos creen que la maletería es un recurso para mantenerse en el poder. La verdad es que como flotador, para poner a buen recaudo la buena fama, el raje, no funciona.

Muchos creen que la práctica del chisme es un discutible atributo femenino. No lo es. Varones de aparente virilidad rajan más que esas verijonas viejas que cuentan chismes por capítulos y se ocupan de la vida ajena cada segundo, cada minuto, cada hora, cada día, cada mes, cada año. Finalmente, es probable, acaben admitidas en la academia del raje.

¿Qué es lo que busca el rajón? Elemental. Busca destruir con palabras los que en la práctica no puede demoler. Una de sus técnicas es la del “miente, miente que algo queda”. Otra de sus artes es inventar pecados ajenos que en el fondo son una vil proyección de los pecados propios. Casi siempre, cuando se encuentra cara a cara, con sus víctimas con un inaudito antifaz humano finge lealtad. A mayores loas y alabanzas mayores son las chanzas. El rajón es un envidioso invencible que no puede contener los desbordes de su veneno. Y por o tanto sufre hasta perder el control de su inteligencia y sentimientos. En este extremo se ubican aquellos que en apariencia son queridos por todos pero en realidad detestan y frente al cual aparentan adhesión por temor.

Es igual que aquel sujeto que anhela tenerlo todo y en el fondo lo tiene todo. Autos, fortuna, propiedades, poder y placeres. Pero el único ingrediente que la falta es la felicidad. Esa tranquila sensación de bienestar de los peces en el agua, las hormigas en la tierra y el de las aves en el campo. Otros en cambio sin tener tanta acumulación material son felices. No son como aquellos que tienen manjares frente a sí pero no tienen hambre. Tienen sonrisa pero sin la natural alegría de la satisfacción y la vida. Hay aquellos que son amados y queridos porque se hacen querer. Hay quienes en apariencia son adulados y despiertan conmiseración porque son cascarones vacíos. Finalmente se consuelan con el espejismo de su extravío en el poder. Pasado el poderío transitorio se desploman y nadie se acuerda de ellos y nadie se les aproxima porque están marcados por la soberbia y la indigencia moral.

Una pizca de felicidad es mayor que una tonelada de fortuna mal habida. Quien disfruta de lo que tiene, sin ocuparse de aplastar a los otros, tiene más que el que acumula porque su voracidad por los bienes materiales no tiene límites. El sabio sabe que las joyas más preciadas están dentro de sí no fuera. Las que pueblan las cajas fuertes y candados, finalmente, se las come el orín y el polvo. Pero las invisibles las que van contigo a todas partes no tienen precio. No se desvalorizan en los mercados bursátiles. La honestidad, por ejemplo tiene mejores cotizaciones que el oro y el petróleo. La justicia y la belleza, valen mucho más que un auto último modelo. Y la lealtad humana no tiene precio. No se puede comprar con dinero sino con una impecable y humana actitud frente a los otros.

Nosotros podemos debatir los programas de los políticos. Los programas de gobierno son declaraciones bien intencionadas generalmente elaboradas por expertos en retórica. Finalmente, no se cumplen. En cambio nosotros si podemos calificar la calidad de un candidato por su actitud moral. Hay candidatos morales, pero también inmorales. Y finalmente los amorales. Los que transitan por la vida pública sin brújula ética porque su disemia axiológica nos los ubica en ninguna parte. Los que afirman algo y los desdicen con sus acciones. Los que viven en apariencia, pero son como el café ralo. Les falta esencia. Hay electores que se empecinan en decidir su voto por un rostro bonito, sin mirar, las manos y la trayectoria de tal o cual candidato. En el mundo de los “maleteros” las apariencias desbordan a la realidad. Y como toda cosecha de falacias. Son como un globo desinflado. Humanamente cabezas huecas alimentadas con inconsistencias de impredecibles consecuencias. Una precariedad moral a todas luces saturada de cieno e inmundicia en la que nunca anida la verdad. La verdad, en tanto correspondencia con la realidad. Y como decía Juan Pablo II esplendor de lo más valioso que tiene el hombre: la libertad.

domingo, 8 de mayo de 2011

LA MAMA DE KROLL


Por: Miguel Godos Curay

Era día miércoles, a las 6.45 de la mañana. El sol brillaba con sus primeros rayos, entre los verdes algarrobos del Campus de la UNP. A esa hora empieza el febril movimiento de estudiantes y profesores. De pronto, se detiene un mototaxi y desembarca rauda una señora. La señora baja una silla de ruedas y la extiende como fuelle de acordeón. Después con gran esfuerzo carga a Kroll, su hijo y lo coloca sobre ella. Para luego, iniciar, cuesta arriba su cotidiano trajín hasta el aula 13 del pabellón de estudios generales, donde Kroll, este jovencito de sonrisa abierta, pero afectado por la polio estudia el tercer ciclo de Comunicación social en la UNP. La amorosa madre deja a su hijo en la puerta del salón de clases. Es un alumno puntual de primera fila con su infaltable mochila y cortesía.

El gesto humano conmueve de sobremanera. Para una madre no hay carga pesada ni esfuerzo que no valga la pena por un hijo. No encontrábamos cómo empezar una crónica que hable de la entrega y del afecto de las madres. Necesitábamos de un gesto humano como argumento para esa frase que dice “el mejor regalo para mamá sale del corazón y no del bolsillo”. Y encontramos ésta viva experiencia en la punta de la nariz. Anotamos todas las ideas que se cruzaron por la mente en ese momento.

Kroll, tiene limitaciones que ha logrado superar con el fervor amoroso de su madre. Ella lo impulsa, lo motiva y lo empuja a posibilidades de realización humana extraordinarios. Kroll, como muchos otros, ha podido quedarse postrado en una cama despertando compasión. Pero no, él es una voluntad indoblegable y no se arredra. En un mundo en el que otros, teniendo todo, vegetan impunemente, sin hacer nada. Él se esfuerza. La madre de Kroll repite a diario, de lunes a viernes, esta acción humana. Pese a sus dificultades Kroll estudia y desea con aplomo ser comunicador de radio. Para su voluntad irrepetible no hay límites. Adora el deporte y lo disfruta a su modo. Este afán de superación se nutre en el amor de su madre. Símbolo de todas las madres que lo dan todo por sus hijos.

Todos los artefactos eléctricos son nada para premiar a esta indoblegable y protectora energía humana que transforma a los hombres, por diminutos que sean, en gigantes. Un kilómetro de poemas de amor son nada para definir con palabras esa inconmensurable ternura. Un océano de bendiciones se empoza en el corazón. Las estrellas en el cielo bien pueden servir para enumerar los sacrificios de una madre. Joven o anciana. Una madre es un libro abierto de experiencia humana inagotable. Una madre es un faro que guía en las tinieblas de la soledad. Es un recuerdo que inflama de gratas emociones los corazones. Aquellos que tienen la dicha de tenerla realmente no tienen idea de su maravilloso poder. En la ausencia, una madre, es como una estrella lejana desde la que se asoma resplandeciente de eternidad.

El don de la maternidad tiene una continuidad genética impredecible. Basta que el “hijo” la ame con fervor para que la nutrición de ternura surta efecto. Las madres en el Perú, son madres coraje que estoicamente soportan los desdenes de un Estado que no reconoce que las tareas diarias de las amas de casa movilizan el país. Un ama de casa trabaja más que un chino, doce catorce o quince horas diarias. Sin posibilidad de una seguridad social que preserve su vida de la enfermedad, del abuso y la violencia doméstica. Aún en las encuestas censales. Se les pregunta: -¿Realiza Ud. alguna actividad?- Y ellas responden: “Soy ama de casa”. Que se interpreta, para la falacia estadística. “Sin trabajo”.

Sin la actividad cotidiana de las madres. El Perú no se mueve. La energía que moviliza al país emerge de sus manos. Aún en los momentos críticos. Las mamás no dejan de trabajar. Perogrullo resulta la pila inagotable de ollas arroceras, de artefactos eléctricos para que la reina el hogar prosiga cocinando interminablemente y se deslome preparando alimentos para sus hijos sin tregua.

Una madre es un proyecto educativo validado con la práctica cotidiana. No es un ejercicio a medio hacer del que se llenan la boca los burócratas parlantes. Los vendedores de sebo de culebra. Los predicadores, los congresales “calienta sillas”, los disonantes que nunca hacen los que dicen y consuelan su conciencia con eufemismos. Una madre es una adhesión leal al futuro. Una enciclopedia de psicología que no se extravía en las incertidumbres de la estupidez. Una madre tiene las certezas racionales del filósofo convicto. Y no tiene dudas para su amor. La matemática de los sentimientos es infinita. La geografía de la ternura tiene paisajes inéditos incomparables. Y las fuentes cristalinas de la dicha tienen una extensión enorme.

El rostro de mama podrá ser un arrugado guindón de dulzura pero su sabor sacia a quienes lo sienten en sus labios. Una madre transmite la seguridad y la confianza de quien marcha seguro por el mundo. Una madre es un bálsamo para conjurar la tristeza. Y un consuelo para los que habitan la isla de la soledad. La cocina de una madre puede ser austera y pobre. Pero en sus manos se opera la multiplicación de los panes y los peces. Su sazón tiene especias codiciadas en las que rezuman la gratitud y el olvido. Gratitud ilimitada y olvido para no reeditar las páginas de la desolación.

Los labios de mamá interpretan música inconfundible. Sus manos tejen la media de los sueños de sus hijos y zurcen con confianza los rotosos orificios de la desesperanza. Las historias que cuenta a sus críos. No las conoce ningún Nobel de la Literatura. Peo son historias inolvidables narradas con innovadores arreglos centenares de veces. En donde el heroísmo aflora en los ojos y en los labios. Sólo las flores tienen la magia de los pinceles para darle vida a su rostro.

Mientras los hijos se divierten disfrutando a raudales de la vida. Las mamás rezan interminablemente para que a los ausentes no les ocurra nada y retornen sanos y salvos a casa. Al día siguiente, sin importarle el insoportable tufo del hijo medio ebrio. Prepararle un reparador cebiche. ¿Cuál es la sustancia de este amor que todo lo puede y todo lo quiere? Tiene cuatro letras solamente: M-A-M-A.

(Foto: Kroll Tineo Farfán,con sus amigos de Comunicación Social UNP)

domingo, 1 de mayo de 2011

LA VISITA DEL RUISEÑOR


Por: Miguel Godos Curay

La mañana del 16 de octubre de 1978 a las 18.18, hora de Roma, la sede arzobispal de Piura era un loquerío. Desde Roma telefónicamente Monseñor Fernando Vargas Ruiz de Somocurcio estaba atento al anuncio del cardenal Pericli Felici: “Habemus Papam Carolum Wojtyla, qui sibi nomen imposuit Ioannem Paulum II”. Los jóvenes de la pastoral juvenil alborozados iniciaron el repique alegre por la elección del nuevo papa. El tañido de los campanarios se repitió interminablemente en todas las iglesias de la ciudad. Entre los jóvenes estaban Miguel Medina, estudiante de administración de empresas de la UDEP, quien más tarde fue ordenado sacerdote en la visita que Juan Pablo II hizo en 1985 al Perú. Otro joven de los entusiastas, era Ubaldo Ramos Cisneros abierto, alegre, transparente y solidario. El profesó con los jesuitas y también se hizo sacerdote. Ubaldo, partió temprano llamado por el Señor . Yo trajinante empedernido e insobornable me fui cinco años como maestro rural a la sierra de Morropón. Al fascinante villorrio de Santo Domingo. Ahí aprendí en carne propia realidad peruana y leí durante muchas horas para conjurar el tiempo.

En 1981, fue designado Arzobispo de Piura Monseñor Oscar Cantuarias Pastor. En 1982, Piura vivía con entusiasmo el 450 aniversario de su fundación, Fue un buen año para retornar y me vine a la redacción de Correo que dirigía Renán Estrada. El 83 vino el diluvio y los sueños piuranos de progreso se hicieron lodo. Los ríos se desbordaron, las siete plagas cayeron sobre Piura. El hermoso Malecón Eguiguren desapareció en una tarde de furia incontenible del río. La Arena y muchos pueblos desaparecieron del mapa cubiertos por las aguas. En aquellos días, como reportero del irrepetible noticiero Hechos de América TV y bajo la dirección de Rolando Rodrich realicé inimaginables reportajes. Sobrevolando en helicóptero el Bajo y el Alto Piura. Otro día acompañé al Presidente Belaunde a Tumbes. Ese mismo día zozobró el BAP Paita. Gerardo Cabrejos y Oscar Mena, practicantes noveles de periodismo tuvieron que ser evacuados al estilo de las películas desde el aire. El propio Arzobispo Cantuarias con los zapatos húmedos daba ánimo para reforzar las defensas a los vecinos del barrio sur. Pero el río furioso trajinaba arrasando con todo a su paso.

El domingo 10 de Julio de 1983, al clausurar las Jornadas de Reflexión Social para la reconstrucción de Piura Monseñor Mario Tagliaferri, el Nuncio Apostólico, señaló tras sobrevolar Piura, recorrer Samán y los PPJJ de Sullana y Piura que tenía una idea cabal de los sufrimientos de los piuranos y así poder informar al santo Padre. Si bien la Iglesia no tiene un poder financiero de ayuda, en cambio, Cristo nos ha dado un poder insuperable para reanimar a los hombres y mujeres, señalo el emisario papal.

El 1984, Piura no se recomponía aún de su tragedia. Las perdidas superaban los 280 millones de soles según las estimaciones oficiales de aquel entonces. Los cementerios clandestinos se multiplicaron en todas las ciudades. Niños hambrientos y lánguidos pedían pan para comer en las calles. La energía se redujo drásticamente. Las escuelas de muros humedecidos se desplomaban ante la desesperación de los maestros. Muchos ancianos perecieron bajo los adobones. Las obras de reconstrucción se tornaron un festín corrupto y un fiasco. Los piuranos como respuesta movieron el frente cívico liderado por Lucho Paredes, Robespierre Bayona, Lucho Urteaga y Heriberto Arroyo. El propio Arzobispo Cantuarias con irrepetible coraje cívico salió a las calles. Todos los mítines del frente se hicieron en la tolva de los camiones del Ñato Burneo. La protesta de Piura y la entereza de parlamentarios como Rafael Vega García, hicieron posible la conquista del canon Petrolero.

Piura necesitaba reconquistar su esperanza. El anuncio de la visita del Santo Padre al Perú. Nos inundó de fervor y esperanza.. Juan Ricardo Olaechea, un entusiasta integrante del Movimiento Carismático emprendió una singular cruzada. La de suscribir un memorial pidiendo que Piura fuera incluida en el itinerario de la visita de su Santidad. Si los memoriales habían surtido efecto para que Piura tuviera universidad pública y significativas obras públicas. ¿Por qué en asuntos tan imprescindibles como el de devolver a Piura su fe en la reconstrucción espiritual y material, un memorial, no iba a dar resultado”. A ello se sumaron noches de oración que se fueron multiplicando en todas partes. En Paita frente a al efigie de Nuestra Señora de Las Mercedes, en Querecotillo ante el señor de Chocán, en Ayabaca ante el Cautivito lindo. Todo Piura católica oró y el milagro se produjo.

Aún recuerdo, el arribo del avión presidencial al Grupo 7 el 4 de febrero de 1985. Y la multitudinaria concurrencia en el Campo Papal. Aún recuerdo el verde admirable de la tarima urdida con almácigos de arroz por piuranas inolvidables. El despliegue ordenado de todos los piuranos y el calor piurano intenso esa mañana de verano. El paso raudo del Papamóvil y el rostro sonriente de Juan Pablo II. Las palabras del Papa llegaron al corazón: “Vengo para encontrarme con los queridos hijos de esta tierra, en cuyas vidas quedan aún las huellas del sufrimiento causado por las catástrofes naturales que hace poco más de un año destruyeron viviendas, cosechas, canales de regadío, vías de comunicación, provocando indecibles dificultades a tantas familias y destruyendo el fruto de largos años de fatigas. Por eso mi visita quiere ser ante todo un signo de solidaridad y aliento a no dejaros abatir en la desgracia, sino a sacar de ella razones de esperanza, de mutuo apoyo y voluntad de reconstruir lo perdido. Pido a Dios que las aguas que produjeron destrucción y muerte haya servido para fecundar vuestros campos, y que os alegre la esperanza de más abundantes cosechas para continuar vuestra vida”.

Juan Pablo II al retornar de Piura se llevó un cajón de mangos, un sombrero de paja toquilla y filigrana de Catacaos entre innumerables presentes que le fueron entregados. En un gesto amoroso su Santidad rindió su personal tributo de amor a la Estrella de la Evangelización, María de la Merced. El ruiseñor se posó en sus manos y de sus labios brotaron trinos perdurables. Con él, el mundo experimentó un nuevo rumbo y cambios extraordinarios. No es casual que se rasgara la cortina de hierro. Y que las ideologías totalitarias cambiaran de rumbo. Juan Pablo II no sólo encarna el ideal cristiano de amor y de santidad. También nos recuerda que Dios escribe poesía con los torcidos renglones de los hombres.