sábado, 30 de enero de 2010

REPENSANDO LA UNIVERSIDAD


Por: Miguel Godos Curay

Alguna vez en las insomnes noches en la redacción de Correo uno de los guardianes en el filo de la madrugada me pidió un consejo respecto a que libro podría leer, entre el incesante ruido de la rotoplana y la ruidosa presencia de los canillitas que a medio sueño aguardaban los primeros ejemplares de Correo. La lectura sugerida, a pedido de mi interlocutor, debería ser provechosa y aplicable a cada circunstancia de la vida, además de breve aunque no fuera divertida. No me quedó otra alternativa que sugerirle la lectura de la Constitución Peruana de 1979, que entre madrugones le expliqué con innumerables ejemplos. La Constitución es: Ley de las leyes, ley madre, limitación a los abusos del poder, cautela de derechos. ¡Que maravilla a los ojos de mi entusiasta lector!. De la constitución se aprendió artículos enteros y hasta recitaba el preámbulo con sonoro castellano.

Después dejé perentoriamente Correo y me fui. Le perdí el rastro pero no me olvidé el rostro de este personaje andino, aparentemente ingenuo y observador de los acontecimientos del mundo. Lo encontré, años después, en el mercado entre choclos y limones. La emoción del reencuentro fue indescriptible pues la faltaban manos para echarme limones en mi talego. Yo le pregunté con curiosidad sobre su aprendizaje de la constitución. Sonriéndome me respondió que por saber la Constitución se convirtió en dirigente sindical y por saber la Constitución lo echaron del trabajo. Otro detalle y observación constatada fue la de que el Perú tiene doce constituciones y algunas veces se cambian y se caen como calzones. ¡El Perú es un país de constitución débil!

Tenía, pese a los años, los ojos abiertos por la actuación del Defensor del Pueblo y me preguntó en dónde se encuentra la sede de la defensoría y cuál era mi punto de vista sobre las mesas de diálogo para ventilar conflictos mineros en donde la Constitución, a toda costa, debe prevalecer. Aún guardaba en su cartera de documentos un recorte arrugado y amarillento del preámbulo de los Constitución Peruana de 1979 tantas veces leído y tantas veces invocado en las reuniones de la APAFA y en la comunidad.

Huelgan las distancias pero sentí el mismo desencanto cuando a consecuencia de escribir un artículo sobre lo que debería ser la UNP, violándose flagrantemente la libertad de pensamiento y opinión me quitaron de cuajo un modesto subsidio y me condecoraron con una resolución a mi legajo como escarmiento. De los autores de tamaña exacción he optado por higiene intelectual ni siquiera nombrarlos. Me tranquiliza el saber que todo poder es transitorio y efímero. Es fugaz y no hay que perder nunca de vista que la vida es una siembra con cosechas inesperadas.

Hace algunas horas me han pedido con sinceridad que me dedique al hasta ayer ocio prohibido de repensar la universidad y estoy satisfecho, con la única licencia de hacerlo en un clima de irrestricta libertad y sin distingos. Sigo creyendo que el futuro de Piura está en sus universidades. Y las universidades se califican o descalifican por lo que aportan en sus investigaciones a la sociedad. La universidad es esencialmente democrática y plural. En ella se puede debatir civilizadamente y pensar. Se piensa con inteligencia en la construcción de la felicidad de todos. La felicidad privativa es un extravío.

La universidad está por encima de las diferencias de sus integrantes y sigue siendo una construcción intelectual excelsa. No es, ni debe, ni puede ser un artificio del provecho propio sin atender las demandas de la sociedad. La UNP camina a la celebración de su cincuentenario, sea este un motivo para que su energía intelectual se despliegue al repensar los problemas urgentes de la región, la construcción de una propuesta educativa que no sea más de lo mismo.

Repensar recias políticas que permitan administrar sin improvisación los residuos sólidos que deterioran el paisaje de nuestras ciudades. Repensar nuestros recursos naturales y sus beneficios sin exclusiones para los más pobres. No estamos mal pero deberíamos estar mejor. Yo insaciable escribidor me formé en la Universidad de Piura pero los valores que me ahí me inculcaron me enseñaron a defender con pasión humana legítima grandes causas con convicción. Creo en Piura por encima de raptos electoreros. Creo que debemos levantar banderas de esperanza en cada rincón de la ciudad en donde nos sacude el miedo de la inseguridad y el pandillaje. Alguna vez rumbo hacia el Congreso en Lima con el bicolor en las manos en defensa del Canon Petrolero, al lado del extinto José Aguilar y Manuel Dammert y una numerosa delegación piurana. Surgió una frase inestimable: “Las grandes causas no perecen por el miedo”. De eso puedo dar fe.

ILUSTRACION: Rosendo Li Rubio

sábado, 23 de enero de 2010

EL SALVAJE APRENDIZAJE DE LA DESCONFIANZA


Por: Miguel Godos Curay

La inseguridad está a la orden del día en Piura. El otro día mi hija retornaba de su segundo día de clases del centro preuniversitario. Cuando dos delincuentes en moto lineal le arrebataron su bolso, celular, una calculadora y sus recién forrados cuadernos. Bienes insignificantes para dos malditos ladrones acostumbrados a vivir del sudor ajeno. Sin embargo, bienes inestimables para quien los adquiere con esfuerzo propio. El resultado de esta agresión callejera, similar a las que se producen a cada momento en Piura, fue la zozobra de toda mi tribu y el desaliento humano de quien a su corta edad. Tiene que aprender de modo brutal una cruda lección de desconfianza. Así aprendemos a desconfiar de todos. De los que nos rodean, de quienes bajo la apariencia de personas de bien están en todas partes al acecho dispuestos a sorprender a sus inocentes víctimas, pero también de quienes nos gobiernan.

Una epidemia de delincuencia se ha apoderado de la ciudad. Y las fuerzas del orden arrinconadas por el ensalivado discurso formal, la corrupción y la ineficiencia le han dado gabelas a los indeseables. Hemos recorrido dependencias policiales y hemos podido percibir en carne propia ese choteo que convierte la denuncia en un paseo inútil sin resultado alguno. Con el falso argumento de que “el Nuevo Código Procesal nos ata las manos”. Y con efectivos policiales desganados, los pillos, en Piura, están de plácemes.

El mismo vía crucis desesperante se puede sentir trepando las peligrosas escaleras del hacinado palacio municipal un verdadera joyita para Defensa Civil. O defendiendo las pertenencias en las agencias de la avenida Sánchez Cerro en donde pululan carteristas y rateros, justamente, al frente de la Comisaría. Como peca de la jirafa, el mercado central, desordenado, caótico, inmundo e ingobernable es el recoveco favorito para el despojo. Las víctimas son siempre personas humildes y silenciosas ignoradas por las denuncias pues saben perfectamente que acudir a una comisaría es perder tiempo. El robo a los pobres es un deporte con el que nos hemos acostumbrado a vivir. No hay derecho para continuar así.

Nos incendiamos de rabia cada vez que somos testigos de un delito pero finalmente nos cruzamos de brazos. El colmo es que, en algunos casos, ejercemos la defensa gratuita de los choros. Nos encanta vivir a la defensiva destilando adrenalina y miedo. Esta es una consecuencia de nuestra indiferencia sumada a la de las autoridades. Ese dejar pasar las cosas es un delito tan grave como un asalto a mano armada porque el incumplir con una elemental función pública es una descarada estafa a la voluntad popular.

¡No permitamos que la ley de la jungla se imponga en Piura!. Por eso, todos sin excepción. Gobernantes y gobernados, hombres y mujeres, grandes y chicos, vecinos y vecinas, empresarios y obreros, creyentes e indiferentes debemos emprender una cruzada para devolver a Piura la tranquilidad que necesita y poder enviar confiados a nuestros hijos a las escuelas. Y nosotros mismos poder desplazarnos sin temor. Debemos unirnos contra el crimen. Debemos acabar con irracionalidades tan descaradas como el hueveo de los efectivos del serenazgo dedicados a perseguir el comercio callejero en la Plaza de Armas cuando los salteadores hacen lo que quieren en la periferia de la ciudad. Delito es también ese espacio que la desidia carcome a la falta de autoridad. Si la población no se organiza para denunciar y defenderse es probable que perdamos esta batalla desigual. No nos paralicemos con esa peligrosa anomia social. ¡Piuranos tenemos que actuar!.

Sin llegar al extremo de que por pura impotencia acabemos despellejando y colocando en la parrilla a los delincuentes. Debemos movilizarnos para demostrar que queremos vivir tranquilos y en paz. La paciencia se nos va agotando y la inacción puede tener como epílogo ese afán legítimo de hacer justicia con las propias manos. Hace mucho tiempo que los delincuentes han sentado sus reales en Piura. Las respuestas de nuestras autoridades son eufemismos. Bostezos de indiferencia que no han resuelto el problema y por el contrario han colmado a tope el vaso de la paciencia. Corresponde a la sociedad civil tomar al toro por las astas y abrir camino al respeto, el orden y la tranquilidad. Un ciudad no es más segura solamente porque tiene cámaras video para registrar los delitos, ni porque tiene más uniformados en motos recorriendo las calles. No es así. De nada sirven los medios materiales si está ausente esa honestidad vehemente e inclaudicable contra todas las formas de corrupción. De nada sirve querer ser mejores si nos hacemos los cojudos en el intento.

Una ciudad se convierte en segura cuando sus autoridades con coraje cívico acompañan a su población y son intolerantes contra toda forma de desorden y abuso. Cuando a la propiedad pública y privada se le respeta y la invasión se penaliza sin contemplaciones. Cuando se exigen servicios públicos de calidad y no nos andamos con medias tintas. Cuando se sanciona a esas promotoras de bailes y consumo de alcohol que hacen añicos el ornato y muestran una ciudad sucia. Cuando a la basura se le coloca en su lugar y no se permite que se le abandone en cualquier parte. Cuando se exige a los transportistas que respeten a los niños y ancianos. Cuando hay suficiente energía y agallas para pedir a quienes gobiernan y conducen nuestras instituciones que rindan cuentas. Cuando somos implacables con los que asaltan en las calles pero también con los que pulverizan los presupuestos públicos. O como diría el viejo Platón (427-347 AC) cuando “la ley gobierna a los que gobiernan” y el orden se impone. Sólo así conquistaremos, con entera confianza, una Piura segura, ordenada y pacífica para nosotros y para nuestros hijos.
Gráfico: Platón (427-347AC)

miércoles, 13 de enero de 2010

SER DOCENTE UNIVERSITARIO EN EL PERU


Por: Miguel Godos Curay

Ser docente universitario en el Perú puede ser timbre de dignidad y de decoro. Porque no hay tarea que consuma tantas energías por tan poca paga y sólo quedarse en las manos con satisfacciones tan esquivas como la de vivir soñando con una felicidad que tarda pero que nunca llega. Para ser docente decente se requiere un coraje irrepetible y no caer en la ominosa cadena de repartijas a consecuencia de esta manera injusta de aliviar el bolsillo. Ser maestro universitario requiere alma, corazón y vida para no morir en el intento.

Probablemente quienes nos censuran ignoran que muchos docentes renuncian al bien apetecido para comprar algunos libros y refrescar los conocimientos con el poco dinero que tienen. Aunque muchos intelectuales saltimbanquis viven en la cuerda floja y el brinco de universidad por universidad lo hacen porque lo que tienen poco les alcanza. Y los que desafían la pobreza lo hacen con esfuerzo sobrehumano con el puro combustible de su capacidad cerebral. Ser docente universitario requiere agallas para vivir fuera del agua. Y un valentía emocional de payaso para transmitir optimismo y felicidad cuando la nave interior zozobra y desgarradoramente constatamos que se esta hundiendo.

Habría que mostrar a la curiosidad pública nuestra relación de docentes universitarios fallecidos mensualmente porque el seguro social es insuficiente, porque nos sorprendió la muerte corrigiendo una tesis doctoral o porque un cáncer terminal acaba haciendo estragos en una anatomía endeble tan llena de privaciones hambrienta de generosidad. El infarto es como un hipo de moda en el mundillo universitario. Una corbata y un terno nuevo, pasados de moda, porque el proveedor que nos la fía ha descubierto una fórmula par hacer negocio con la pobreza. Es un verdadero lujo y la mortaja anticipada.

Somos campeones de la deuda en los bancos, financieras y cajas municipales. Aunque misios honramos nuestra palabra. Educamos a nuestros hijos, para que no sean como nosotros, con sangre sudor y lágrimas. Realmente una mirada a nuestro interior descubrirá nuestras sutilezas personales con las que nos hemos acostumbrado a vivir corriendo listas de caridad para enfrentar enfermedades propias y las de nuestros deudos cercanos. Como si fuera poco somos el ranking favorito de las funerarias. Los elegidos por las ópticas para comprar los cristales nuevos en tres partes. Los dentistas no saben que formula inventar para hacer que el bolsillo no se resienta con nuestro esfuerzo por una masticación decente.

Somos campeones del menú. Tenemos habilidades extraordinarias para sobrevivir y nuestro reto es ordeñar tantas maestrías y doctorados para producir nuevos y frescos ingresos. Por supuesto que hay quienes capean el temporal divinamente y no se quejan pero hay otros que piden al santo de su devoción todos los días que gotee aunque no chorree billete para sobrevivir. Indudablemente que por estas razones somos investigadores natos de cómo hacerle cara a la vida con dignidad y decoro. Somos la profesión más antigua del mundo, la de enseñar, pero por la miseria estamos al borde de ser el oficio más antiguo del mundo. Ahí estamos blandiendo con los dientes apretados dignidad.

Para ser docente universitario en el Perú hay que tener valentía para no gritar aunque te duela. Para sentir el doloroso latido de las venas varicosas dando clases en silencio. Y tener esa capacidad de soportar a tanto abejorro insoportable que pulula por las aulas universitarias. O mirar el desplante televisado de la Ministra de Economía que se caga en la resolución del Tribunal Constitucional. Si para el gobierno, para los ministros y congresistas: ¿Qué importa la universidad?. Hay razón para sentirnos un volcán alimentado por la injusticia en pleno estallido social. Que conste, soy docente universitario sindicalizado, galvanizado de decoro y orgullo y aunque no comparto esas fórmulas tan desgastadas de protesta. Permítanme afirmar que ser maestro universitario en el Perú es una pasión bajo la piel que se nutre en el anhelo fervoroso en un Perú nuevo. Algunos dicen que cobramos sin trabajar olvidando que hace mucho tiempo trabajamos sin una paga justa elemental.
Gráfico: Protesta, xilografía de Luis Zaldivar.

sábado, 9 de enero de 2010

CANDIDOS Y CANDIDATOS


Por: Miguel Godos Curay

Esta semana que pasó nos sorprendieron los candidatos. Los ojos están puestos en los municipios y en el gobierno regional. Ser regidor, ser alcalde, ser consejero o presidente regional son cargos apetecibles por quienes ambicionan la holgura temporal. Para muchos, pertrechados de ambiciones, llegó el momento de probar lanzas en esta contienda política. Otros creen que su nombre bien vale una lata de pintura. En realidad una elección no se gana pintarrajeando paredes y haciendo añicos el ya maltratado ornato de la ciudad. Ni sorbiendo recursos públicos. Una elección es un proceso político que requiere hilar fino con las aspiraciones y frustraciones colectivas.

Por eso no funcionan las metamorfosis repentinas. Esa vana pretensión de ser lo que no se es. Vender candidatos por lo que creen que valen y comprarlos por lo que valen realmente es y será siempre un buen negocio como la compra y venta de pavos en navidad y año nuevo. El político no tiene amigos sino lisonjas adquiridas a buen precio. Candidato sin plata es huérfano de admiración como el mariconcito feo.

Si quieres ser candidato mira con detenimiento tu pasado. La gente escarba como la gallina en tus antecedentes políticos y familiares. Todos tenemos un pasado deseable que nos gusta recordar pero también, en muchos casos, un pasado indeseable que ocultamos con siete velos para que nadie penetre en la oculta intimidad. Pero cuando pretendemos ser personajes públicos todo se orea y ventila al aire libre. Desde las malas notas en el colegio, los históricos perros muertos, los antecedentes policiales, la parienta descocada, el primito gay, la oveja negra de la familia, el hijito de cura. Todo absolutamente todo queda sometido a la curiosidad pública.

No inicies una campaña sin antes clarificar tus propuestas. Si tu mensaje no te persuade a ti mismo pierdes el tiempo. Los candidatos como las vacas gordas atraen a las garrapatas y a las sanguijuelas que les chupan la sangre de sus recursos y los dilapidan sin piedad. Tu séquito de confianza es el que en menos deberías confiar. Los capituleros y lameculos son como las pulgas del perro en desgracia saltan de crin en crin sin el menor pudor porque tienen que sobrevivir y no hay pero que valga.

Tu imagen no es un concepto visual es capacidad cerebral. Un candidato o candidata con la cabecita hueca no es más que un tonto o tonta de capirote que no tienen en que gastar los recursos que le sobran. En una campaña se gasta. Pero la campaña también desgasta. En política la mejor forma de decir es hacer. Haciendo se consigue mucho. Aunque lo que te propongas parezca irrealizable. Una iniciativa inteligente despierta la adhesión ciudadana. Un candidato que es totalmente anónimo en su barrio no espera que la ciudadanía lo aplauda.

No interpretes a tu antojo las normas electorales. El JNE tiene los mecanismos legales para ahogar tus ambiciones como a pichón. Hoy la vigilancia ciudadana es una herramienta efectiva para derribar a los farsantes y descubrir que sus propuestas son irrealizables. La radio sigue siendo el medio más barato pero al mismo tiempo el que desnuda las incapacidades del político intonso. Con la radio te anuncias pero no es ninguna garantía de que ganes. Las ONGs con radio en política siempre pierden. La propaganda política es como el agua para la planta. Con poco agua la planta se seca. Con agua en exceso se pudre. El exceso de propaganda convierte al candidato en un pelele. Poca propaganda en un tacaño irremediable. Con la propaganda el justo medio es recomendable. Como la vela al santo: ni tan lejos que no lo alumbre ni tan cerca que lo queme.

En política no hagas a otro lo que no te gustaría hagan contigo. No utilices los procedimientos sucios de la propaganda. Finalmente te los aplicarán sin contemplación y quedarás mal parado. Aprende a ser cordial y respetuoso. Si te quieres comer a la gallina nunca le muestres el cuchillo dicen algunos politiqueros siete suelas. Una gota de miel atrae más moscas que un cilindro de hiel. La gente busca a los candidatos que vislumbran futuro y desdeña a los que destilan amargura y sólo viven haciendo picadillo a sus contrincantes. Una buena propuesta es creativa. Un sueño posible, no un pajazo imposible.

Rodéate de personas inteligentes, honestas y capaces. Son los ciudadanos más escasos. En una campaña política sobran los oportunistas, los sangrones, los mentirosos, los adulones, los conchudos y los inescrupulosos. Los honestos son como una aguja en el pajar. Son leales y no exigen a sus amigos lo que sus amigos no les podrían dar.
Gráfico: Burrito electorero en Querétaro ( México).

sábado, 2 de enero de 2010

ARREGLA MI CALLE: UNA VALIOSA EXPERIENCIA


Por: Miguel Godos Curay

¿Es posible ejercitar ciudadanía y hacer política real utilizando Internet?. La respuesta a esta interrogante la dieron un grupo de ciudadanos ingleses convictos en la eficacia de la frase: “La mejor forma de decir es hacer”. Es mejor movilizarse que quedarse quietos por la indiferencia. Si hacemos uso del Internet para el chateo improductivo caemos en el círculo vicioso y estúpido de no usar adecuadamente una herramienta comunicativa de masas cuya potencia, muchas veces, ignoramos y desconocemos.

Mientras algunos cucufatos digitales nos hartan con sus mensajes apocalípticos y con episodios sangrientos de Mel Gibson recordándonos la pasión de Cristo, la aparición de la Virgen de Fátima y el mapa celeste oculto en el manto de Nuestra Señora de Guadalupe. Los mitos y las cadenas tontas se han apropiado de la red. Otros han descubierto la posibilidad de utilizar el conocimiento para empoderar a las personas y fortalecer redes abiertas y públicas con acciones y servicios concretos. Estos activistas consideran que informar no es suficiente, se requiere de acciones concretas. Muchos pacientes diabéticos, por ejemplo, reciben orientación de otros diabéticos por la web. Otros orientan a otros como realizar un trámite para la jubilación. Mucho conocimiento útil se comparte. El inútil se desecha. ¿Por qué perder el tiempo?.

Tom Steinberg director de una asociación británica denominada “My Society” (Mi Sociedad) desarrolla sitios web que permitan mejorar la calidad de vida democrática de los ciudadanos con acciones concretas. Entre las numerosas aplicaciones que ha creado está el blog: "Fix my Street"(que significa “Arregla mi calle”). Un sitio web que permite a los vecinos denunciar, de manera simple y puntual, los problemas locales, en su calle, en su barrio. Desde deficiencias en el transporte, autos abandonados, seguridad, pandillaje, limpieza, alumbrado público defectuoso o ausente y todas las demandas que se le puedan ocurrir a cualquier vecino como el cese del maltrato infantil de un mal vecino.

En esta página las quejas de los vecinos aparecen documentadas. Cada denuncia sustentada con fotos o documentos escaneados es enviada por correo electrónico al área municipal correspondiente. Hasta el momento “Arregla mi calle” ha tratado más de 50 mil problemas. Del total fueron abordados y resueltos más de la mitad de ellos. Esta experiencia es totalmente distinta y distante que la de algunas voluntariosas ONGs que organizan encuentros y reuniones donde sobran y empalagan los coloridos power points. Los discursos vacíos, las opiniones copiadas en otros eventos internacionales que no dejan de ser más de lo mismo y que finalmente no dicen nada al ciudadano de a pie. Reuniones de “pajeros” profesionales que no tienen otra función que la de "dar una ilusión de participación".

Finalmente lo que consiguen es impedir la participación real de las mayorías porque finalmente se asocian con los grupos de poder a quienes finalmente ofertan ayuda para que no pierdan "el control de la situación". El colmo es que son expertos en vigilancia pública. Sin embargo nunca explican quien vigila sus presupuestos y gastos. ¿Quién vigila a los vigilantes?.

Participación real en la era del conocimiento es usar la imaginación para fortalecer la democracia. Si las buenas prácticas no se enseñan y se muestran la gobernabilidad se debilita. Hay que enfrentar el autoritarismo reciclado, hay que contribuir a que los ciudadanos apunten a miras amplias que a los pobres beneficios individuales. Hay que procurar que los ciudadanos se involucren en política y que tengan agallas para reclamar en cualquiera de lo espacios con los que se relacionan. En la escuela, el barrio, en el club deportivo o frente a las actitudes discriminatorias. Hay muchas maneras de hacer política y democracia en línea.

Es probable que nuestras autoridades se conviertan en visibles, accesibles y transparentes cuando atiendan los pedidos de sus vecinos a través del Internet. La herramienta se ha expandido por toda la ciudad y cualquier vecino o vecina con un hijo tecnológicamente informado puede enviar un correo electrónico a su alcaldesa o a su presidente regional.
Como lo demuestran los activistas ciudadanos en todo el mundo, no es necesario pedirle permiso a nadie para auto-organizarse, mucho menos para exigir una solución eficaz a un problema local. El derecho a ser oídos es un derecho ciudadano desde siempre. El derecho a expresarnos libremente, el derecho a ser escuchados, el derecho a exigir transparencia e información no se pueden conculcar. También tenemos al piteo cuando no somos oídos y el derecho a buscar soluciones prácticas a nuestros problemas con la suma de nuestros conocimientos personales.

La democracia en línea no busca solamente que las autoridades hablen a la gente o que éstas les hablen a las autoridades, sino que los ciudadanos puedan hablarse entre ellos y organizarse como una potente fuerza ciudadana. ¿Será imposible que nuestras autoridades respondan a los ciudadanos a través Internet?. En Piura, en cada barrio, hay una cabina de Internet a la que recurren jovencitos y adolescentes para chatear o intercambiar fotografías. Acaso no podrían hacer lo mismo vecinos y vecinas para decir a sus autoridades lo que sienten y ser escuchados.
(Gráfico: Piajeno de Luis Córdova Rumiche)